Dos mini-entradas de la Semana Santa tontaka y un poco improvisada. El jueves madrugamos para echar el día en una ruta sencilla por la cara norte de la Sierra de Guadarrama.

Fuimos hasta La Pradera de Navalhondo (junto a Valsaín) desde donde partía nuestra ruta: 16 kms sencillos por pistas y con poco desnivel. Qué podía salir mal.

La ruta comienza bajo una arboleda preciosa, y tuvimos la suerte de que hacía un tiempo inmejorable, así que con paso firme vamos siguiendo el track que estábamos siguiendo:

Poco a poco vamos subiendo y en la pista aparecen bloques de nieve, fáciles de sortear. En cierto momento, el track nos saca de la pista y durante un rato, vamos campo a través. Descubrimos que había bastante más nieve de la que creíamos, cuando a cada paso nos íbamos hundiendo hasta la rodilla. Un rato después recuperamos una pista por la que había pasado el quitanieves y así llegamos hasta el punto más alto de la jornada, donde aprovechamos para comer en unos troncos al solete.

Para la segunda parte, tuvimos que decidir: volver sobre nuestros pasos o seguir con la ruta, donde veíamos que lo mismo había algo de nieve. Lo mismo. Como íbamos sobre track y la parte más interesante estaba por llegar decidimos seguir.

Entonces comenzó la parte inesperada y algo más difícil de la ruta. El sitio donde habíamos comido era el punto más lejano que había acondicionado el quitanieves, así que el camino siguió por la ruta a más de medio metro bajo nuestros pies. Y tras avanzar un kilómetro así, tocaba dejar la pista de nuevo y tomar un camino.

Esta vez no quedaba ni rastro del camino y solo podíamos guiarnos por el track del GPS, y seguir el curso del río que bajaba parejo con nuestra ruta. Los siguientes kilómetros fuimos por las lomas entre los árboles con unos paisajes preciosos. Y así llegamos hasta las cascadas del arroyo de la Chorranca, que con el comienzo del deshielo están increíbles.

Un paisaje un poco escondido pero que merece muchísimo la pena, y que tuvimos la suerte de pillar en buen momento. Y siguiendo el cauce del arroyo dejamos atrás las cascadas y nos dispusimos a acometer los kilómetros finales de la ruta.

Un rato después revisamos nuestra posición en el GPS y vimos que nos habíamos desviado un poco del rumbo. Corregimos y avanzamos. Vuelta al GPS y el desvío era mayor. Teníamos el cauce del río donde se suponía que debía estar, pero el GPS nos posicionaba en otro sitio. Y así pasaron un par de horas, avanzando y retrocediendo intentando ubicarnos y con los dos GPSs con mal resultado.

  • Alex, ¿estamos perdidos?
  • Solo temporalmente desubicados

¡VAMOS A MORIR TODOS! Pero no entramos en pánico, ya que podíamos deshacer el camino si era necesario, aunque supondría invertir otras 2-3 horas en la ruta. El caso es que para continuar teníamos que re-ubicarnos. Fue el momento en el que Alex sacó su pasado ranger boyscout y con mapa y brújula vimos que el cauce que estábamos siguiendo era un cauce de un río que se había formado por el deshielo.

Final feliz para una ruta fantástica en la que tuvimos que poner a prueba nuestros conocimientos sobre orientación. Esta vez fueron suficientes, pero es muy importante seguir formándonos en estos temas si pretendemos salir por la montaña.

Aunque el tono de esta entrada es algo más serio, la ruta fue genial y os dejo el selfie que lo demuestra:

Pongo también el track que hicimos, aunque aviso de que no es recomendable seguirlo:

Y finalmente, las fotos que pudimos tomar durante el día:

¡Hasta la próxima entrega dendarii!