¡Primer Gran Viaje del año! Y uno muy especial, pues fuimos con Alex y su familia a conocer el inmenso patrimonio de Egipto.
Esta vez nos ahorro la sección de preparativos del viaje, puesto que yo no organicé nada. Fue idea y ejecución de Zarangollo y fuimos a “mesa puesta”. Lo único que tuve que hacer de antemano fue renovar el pasaporte y estar en el aeropuerto el día indicado.
Viaje y crucero
Salimos de Madrid en un viaje charter lleno de turistas con el mismo objetivo de pasar una semana en Egipto. Al llegar al aeropuerto se hizo palpable lo que me imaginaba: el turismo aquí está esencialmente llevado por agencias y todo está encaminado a facilitar la gestión de grupos. Allí nos esperaban los distintos guías que nos juntaron y separaron hasta que pudieron ubicarnos en nuestro barco y con nuestro guía para los próximos días.
Ya era tarde cuando llegamos a nuestro crucero, el Asara, donde nos dieron un refrigerio y las instrucciones para quedar al día siguiente; sería día con muchas visitas y había que madrugar…
Valle de los Reyes
A las 5am nos llamaban por teléfono para asegurarse de que todo el mundo estuviera desayunado y listo a las 6am. Salimos del barco y nos esperaba un autobús que nos llevaría a la primera visita del día: El valle de los Reyes.
Se trata de un valle desértico que se usó para construir las tumbas de los faraones de las dinastías XVIII a XX, entre las que se encuentran varios Ramsés, Tutankamón o Nefertiti. Más o menos desde el 1500aC hasta el 1070aC.
La entrada incluye ver 3 tumbas a elegir de entre las que están abiertas. Las que yo elegí fueron:
- Ramsés III: tumba cuyas paredes mantienen en increíbles condiciones las policromías. El egiptólogo que Alex lleva dentro tomó el control y la visita fue aderezada por la explicación de glifos, cartuchos y mitología.
- Ramsés I: en este caso bajamos, también acompañados de bajorrelieves policromados hasta una cámara profusamente decorada.
- Meremptah: de las tres es la que menos coloración tiene pero al fondo, excavada a muchos metros bajo tierra, se encuentra una de las cámaras más grandes e impresionantes.
Por cierto, ¿sabéis eso de que en las cuevas hay una temperatura estable de entre 15 y 17ºC? Pues en el desierto no es así: en las excavaciones de Valle de los Reyes hace un calor del carajo, también dentro. Esta fue visita de aclimatación y el calor me hizo pasar un poco de mal rato y eso que todavía no hacía “calor de verdad”…
Templo de Hatshepsut
A apenas 500 metros en línea recta se encuentra el mausoleo de Hatshepsut (S. XVI aC), la siguiente visita. Sin embargo, está al otro lado del valle así que fuimos en autobús y nos ahorramos el bochorno de intentar cruzar un valle desértico a 80ºC (sin exagerar bueno solo un poco).
Hatshepsut fue una reina imporantísima y una señora increíble. Primero fue regente de su hijastro, pero pronto se hizo con el poder a su propio nombre. Se proclamó rey-faraón y pedía que se refirieran a ella en masculino, además de salir con barba y ropas de hombre para aumentar el poder que podía ejercer. Debió ser una persona muy carismática aunque a su muerte, su hijastro, ya en el trono, intentaría eliminar su recuerdo y condenarla a una muerte eterna. Tutmosis III, el primer señoro con huevos gordos de la historia.
El mausoleo es un edificio de 3 plantas aterrazadas unidas por una gran rampa. Está cavado / construido en la roca de la montaña y la visión al acercarse es imponente.
Templo de Luxor y Avenida de las Esfinges
El Templo de Luxor es una de las visitas imprescindibles junto al Nilo. Fue construido entre los S. XVI a XIV aC y está dedicado a Amón-Ra. El tema de los dioses egipcioes un poco como los Power Ranger. Estaba el dios Amón por un lado y el dios Ra por otro, pero se metamorfoseaban para ser un turbodios que se merecía este templo y muchos más. ¡Tres hurras por Amón-Ra!
Si algo se puede decir de la arquitectura egipcia es que es enorme, gigantesca, titánica, colosal… creo que pilláis que esto va de cosas totxas. En frente del gran pilono que representa la entrada queda en pie uno de los dos obeliscos que daban la bienvenida.
A la salida del templo (o la entrada, según se mire) se encuentra la Avenida de las Esfinges, un canal inundable decorado en este extremo por esfinges. 1200 estatuas más allá, hacia Karnak, se convierten en corderos, el animal de Amón cuando entran en la ciudad fortificada.
Karnak
Después visitamos Karnak, el templo más grande del mundo antiguo. Realmente no es un templo sino una ciudad religiosa fortificada con varios templos, estancias, una piscina enorme (en la que, por lo visto, no está bien bañarse aunque haga 200ºC) y de nuevo, unas columnas que ya le gustarían a las catedrales góticas del S.XIII.
Además, ¡había un gatete! Así que desde ya es el mejor templo de todos los que visite en Egipto.
Fue un día bastante paliza, en modo ganado; al ser el primer día y acusar el golpe de calor, acabé bastante baldada, pero por la tarde me reconcilié con la vida estando super tranquila en la cubierta del barco, disfrutando de la ribera del Nilo y la brisa fluvial.
Esa noche cruzamos con el barco la presa de Esna, con el crucero en un convoy de cruceros metidos en la esclusa donde se hace subir el nivel 10 metros para salir hacia la parte alta del Nilo.
Edfú
Se fue a la guedda, qué dolod, qué dolod, qué pena… El segundo día empezamos con una visita vespertina al templo de Edfú, construido durante la dinastía ptolemáica (ya de época grecorromana) pero al estilo antiguo.
El pilono principal está prácticamente intacto y me impresionó mucho con sus bajorrelieves de tamaño descomunal. Aunque la planta del templo era de estilo antiguo, los capiteles delatan el gusto mucho más moderno de los arquitectos.
Kom Ombo
Por la tarde tuvimos otra visita tan fantástica como ptolemáica: el templo de Kom Ombo. Este templo es particular porque está dedicado a dos dioses con sus repectivas triadas. Por un lado al dios Horus, el halcón, el majo, el guapo, el querido, un hijo del gran Osiris. Por el otro, Sobek, el cocodrilo, dios de la fertilidad y del caos, el que se hace caca en el Nilo. Uno es el bien y el otro es el mal. Adivinad.
La cosa es que en cierto momento un ptolemáico que pasaba por ahí se preguntó: ¿por qué construir un templo dedicado a un dios si por el doble de pasta se puede construir un templo el doble de grande dedicado a dos dioses? La pregunta cuajó en su camarilla sacerdotal y se lanzaron a hacer un templo simétrico muy impresionante. A estas alturas creeréis que yo soy muy impresionable, y eso que aún no he ido a las pirámides…
Además de templo, también fue consulta médica y había muchos relieves que se hacían eco de las enfermedades más comunes, de cómo debían parir las mujeres, y de los instrumentos médicos. Por un lado, es difícil de entender cómo fueron tan evolucionados en una época en la que otros humanos estaban como nómadas a duras penas aprendiendo a usar metales. Por otro, resulta que en la cultura egipcia la lechuga es un alimento afrodisiaco así que lo sorprendente es que tardaran tanto en caer como civilización, la verdad…
En este templo pudimos disfrutar de un rato largo a nuestro aire, y dedicamos tiempo a mirar los cartuchos y fallar miserablemente interpretándolos. Pillamos además la hora dorada, que duró unos 10 minutos, pero que disfrutamos haciendo foticos a tutiplén.
Abu Simbel
El prmer día, nuestro guía Gadafi nos dijo que a Egipto no se viene de ocio, se viene a trabajar, incluso como turista. Levantarnos el primer día a las 5am fue solo un ejemplo tonto de lo que realmente quería decir: para ir a Abu Simbel nos tuvimos que levantar a las 1:45am (sí, lo has visto bien, sí, ya lo sé, mejor estabas tú tranquilísima en la cama mientras yo intentaba llegar al autobús).
Abu Simbel está al sur de la presa de Asuán, a 290km al sur, pero estos cruceros no suben más allá de la presa, así que teníamos que madrugar mucho para llegar a Abu Simbel pronto por la mañana. Es una zona muy meridional, cerca ya de Sudán y al calor extremo se le suman hordas de turistas, así que queríamos ir: pronto.
Mereció la pena, por supuesto (qué voy a decir tras las 7 horas de viaje XD). En este caso, no es exactamente un templo al uso. Resulta que Ramsés II se quería un montón a sí mismo y se mandó construir un super templo para que le adorasen como a un dios (aunque técnicamente no lo era hasta que no muriera, pero él lo veía venir). Como además estaba coladito por su señora Nefertari, montó al lado otro templo, más pequeño. Para este templo disimuló un poco más ya que lo dedicó a la diosa Hator y lo trufó de imágenes de su esposa. Tampoco disimuló tanto porque realmente había incluso más imágenes de Ramsés II que de las dos señoras juntas.
De estos templos me ha impresionado que realmente no estaban ahí en origen, sino 60 metros más cerca del nivel del Nilo. Cuando la presa de Asuán iba a inundar este monumento, decidieron moverlo piedra a piedra hasta una zona más segura. Para ello, hicieron un agujero en una montaña donde encajaron las piezas de 15 t que fueron sacando del emplazamiento original. Incluso mantuvieron la orientación de forma que la luz llegara al santuario como habían calculado los arquitectos en origen. Una obra faraónica #patapumpish.
En el templo de Ramsés II además está el tratado de la batalla de Qadesh, el primer tratado de paz de la historia. No salió como gran vencedor del tratado, aunque de aquella se casara con Nefertari que era la hija de su enemigo / suegro. Las cenas de navidad se pusieron intensitas en casa de los Ramsés.
Filae
El último gran templo que visitamos junto al Nilo fue el templo de Filae, otro templo de época ptolemáica, dedicado a la diosa Isis. Al igual que Abu Simbel, Filae también iba a quedar inundado por la presa de Asuán, así que se movió a una isla cercana en el Nilo.
Me gustó mucho la columnata con capiteles helénicos y hatóricos, como muestra de mezcla de estilos artísticos y arquitectónicos. La conjunción del estilo heleno y el egipcio dio el estilo helenipcio. Ea, os lo regalo.
Museo Nubio
En un hueco pudimos acercanos al Museo Nubio en Asuán, donde se puede conocer más del pueblo nubio y poner sus obras en el contexto de la historia de Egipto. También tiene una zona donde se recrea la vida doméstica de este pueblo. Además tiene unos jardines muy bonitos y desde el exterior se puede ver (a lo lejos) el famoso obelisco inacabado. Es un museo relativamente pequeño y tranquilo que bien merece una visita si estáis por la zona.
Y así se termina la primera parte del viaje, en la que fuimos remontando el Nilo de Norte a Sur, desde Luxor hasta Asuán. Queda la segunda parte del viaje, centrada en El Cairo, y aún nos quedan grandes visitas por delante. Pero si queréis algo grande de verdad, ¡selfi de los Colosos Tontakos!