El viaje por la isla de Irlanda nos llevó a conocer una nación muy interesante y con mucho carácter: nos fuimos a Irlanda del Norte.
Para ubicaros rápidamente, Irlanda del Norte es una nación de Reino Unido que (no muy) casualmente está en la isla de Irlanda. Super generalizando, en Irlanda del Norte están por un lado los unionistas y loyalistas, que son los afines a Reino Unido, y reprepresentan las élites culturales y económicas y además han copado históricamente los órganos de gobierno; por otro lado están los nacionalistas que querrían que la isla fuera entera un sólo país, la República de Irlanda. Entre estos dos grupos hay una enemistad histórica y la tensión está patente con sólo caminar por las calles.
Belfast
Lo primero que hicimos al llegar a Belfast fue acercanos a ver algunos murales; son pintadas sobre los muros que se erigieron durante The troubles. Allí vi varios murales solidarizándose con el pueblo gazatí y denunciando el genocidio a manos del Estado de Israel y con tantos países como cómplices. Irlanda fue uno de los pocos países europeos (¿tal vez el único?) que reclamó desde el principio el cese del genocidio, aunque últimamente he visto al embajador de Irlanda en España ponerse equidistante con este tema.
No, Francisco Manuel, no voy a abrir los comentarios para tener una pausada discusión contigo sobre la matanza en Gaza. No hay ningún escenario en que esa conversación termine conmigo diciendo algo del tipo “ah, pues visto así, el genocidio sí que era necesario”; puedes abrirte un blog y contar allí tus movidas, por ejemplo, está libre el dominio https://soyunapersonadeimerda.com así que sal de aquí y ponte ya a escribir tus opiniones que pierden las vitaminas.
Después fuimos a visitar el centro de la ciudad; aunque es una ciudad grande (capital de nación) me ha dado la vibra de ciudad pequeña. Y en este paseo he visto claramente la división de barrios entre los unionistas (murales de la reina, consignas de “no nos rendiremos”, la Union Jack por todas partes, hasta los bolardos pintados de rojo, azul y blanco) con los barrios irlandeses (barrios normales y sin tantos alardes). Hemos entrado en el Museo del Ulster que es increíblemente arbitrario y sin sentido en general, cosa que me ha encantado, PEEERO, que tiene una exposición muy interesante y bien organizada sobre the troubles. Es un conflicto super reciente y no está cerca de resolverse. El museo está junto al jardín botánico y en un parque público muy agradable que, evidentemente, hemos paseado.
Cambiamos de tercio y fuimos hasta la orilla del río a través de un barrio famoso por sus entries (pasajes semi-escondidos). Aprovechamos para comer en The Whites, la taberna más antigua de Belfast. Después fuimos a la zona del Titanic, que es un horror y no hay por dónde cogerlo. El museo es enorme y parece bien organizado pero no teníamos tiempo de entrar, sólo de pasear por lo alrededores… al menos cogí un caché.
Antes de irnos de Belfast, nos acercamos a un lago (agua dulce) junto al mar, mantenido por una asociación de conservación (de la que, por lo visto, soy socia según Álex). Está muy bien montado y además de los hide para ver aves, tienen información sobre la flora y varias actividades para niños. El sitio me encantó y tuve la oportunidad de hablar de pajaricos con pajareros norirlandeses; también tuve la oportunidad de descubrir lo difícil que es hablar de pájaros si no te sabes los nombres en el otro idioma. Excepto para Álex, que el muy tramposo se aprendió también el nombre científico y ya con eso se apañaba genial. Menudo tramposo.
La costa norte
Nuestra base de operaciones durante estos días estaba en Strabane, pueblo muga entre las dos Irlandas. Nuestro alojamiento estaba en el lado irlandés y al lado había varias placas en memoria de los nacionalistas asesinados durante the troubles. Desde allí fuimos a visitar la costa norte, siguiendo algunas veces la Causeway Coastal Route. Está lleno de miradores y antiguas ruinas que se asoman dramáticamente a acantilados. También vimos vacas en la playa, que es mucho menos dramático.
Y por fin visitamos La Calzada del Gigante, que es uno de los principales atractivos de la zona. Se trata de una formación basáltica, con más de cuarenta mil columnas, la mayoría hexagonales; está ligada con leyendas irlandesas que a su vez conectan la tradición con Escocia, a través de los gigantes que pelearon en esta calzada. Nuestros amigos Jorge y Cris nos recomendaron la audioguía, y nos encantó, muy entretenida e informativa; está hecha más bien para niños, que creo que lo disfrutarían muchísimo, pero siendo adulta (dicen) me lo pasé pipa también.
La visita consiste en hacer uno o varios caminos que recorren este enclave natural. Nosotros empezamos por el camino rojo, que va por la parte alta del acantilado. Es un camino bonito y nos sirvió para estirar las piernas, pero desde él apenas se ve nada de la calzada, así que sólo lo recomendaría si vais con tiempo. Después enganchamos con la ruta azul, que va por abajo y es desde donde se accede a la calzada. Ésta se puede pasear (casi) libremente, y estuvimos un rato haciendo alguna foto y viendo las originales composiciones fotográficas que hacían otros visitantes. Al final estuvimos tres horas en la zona, disfrutando del paseo de las vistas de este monumento natural. Tanto la visita como el entorno son super recomendables.
Dejamos brevemente la costa para ir a The dark hedges que es, en mi opinión (de quién va a ser si no), la atracción natural-turística más sobrevalorada de Irlanda. Se trata de unos árboles, sí curiosos, en medio de un entorno domesticado (un campo de golf nada menos). Este sitio está bastante recomendado en varias guías y a mí me ha parecido un poco tomadura de pelo pero tenía un caché bonico así que sacamos adelante una visita exitosa.
Derry
Antes de dejar Irlanda del Norte, queríamos pasar por una de las ciudades más emblemáticas de esta zona, que es Derry. Es una antigua ciudad fortificada que aún conserva buena parte de la muralla, lo cual le da un aspecto muy singular y distinto a otras ciudades irlandesas. Visitamos las puertas de la muralla, y varios edificios (o el recuerdo de los mismos) antiguos.
Pero también Derry es la ciudad donde se iniciaron the troubles, cuando un desfile unionista decidió pasar por un barrio católico a modo de provocación… Pues resulta que cuando salimos de Derry nos encontramos con un atasco monumental y se debía a que… ¡un desfile unionista había cortado la calle! Y yo, que no salgo de casa sin un adoquín y un cócktail molotov, casi doy el pistoletazo a la segunda vuelta del conflicto. Menudos pesados los unionistas. Y en un absoluto cambio de tercio, me acerqué a fotografiar este mural de la serie Derry girls, de la que vimos algún capítulo antes de venir de viaje.
Al final pasamos un par de días en Irlanda del Norte, viendo ciudades, pueblos y enclaves naturales, y también aprendiendo mucho sobre un conflicto que pasó anteayer como quien dice y que sigue muy vigente. Pero para vigencia, este selfie tontako, que está recién salido del horno.
Podéis ver el resto de fotos en el álbum de Irlanda del Norte.