En mayo me fui con mi buen amigo Luiyo a hacer la Vía Verde de Ojos Negros en bici, haciendo el trozo que está acondicionado desde Santa Eulalia hasta el Puerto de Sagunto.

Estuvimos barajando varias opciones para organizar el viaje, y al final nos decidimos por ir en autobús hasta Santa Eulalia (desde Madrid - Méndez Álvaro), y ya buscaríamos la forma de volver desde Valencia.

Llegamos a Santa Eulalia el martes a mediodía, hacía un sol esplendoroso y nos dio muy buenas sensaciones. Aprovechamos para poner a punto las bicis, llenar bidones y ponernos en marcha. Atravesamos el pueblo y en seguida nos cruzamos con la Vía Verde que daba comienzo a nuestra ruta.

La Vía Verde de Ojos Negros sigue el recorrido de la antigua ruta desde Ojos Negros hasta Sagunto, por la que llevaban el mineral extraído en las minas de Ojos Negros. Actualmente está acondicionada únicamente desde Santa Eulalia, aunque la primera parte del recorrido está parcialmente señalizada. Es la Vía Verde más larga de España, con unos 160 kms. Los más avezados la hacen en un solo día. Nosotros, que estábamos de vacaciones, y no somos tan avezados, la hicimos en 4 días.

El primer tramo nos llevó hasta Teruel. Sí, existe. Sí, es probablemente la primera vez que alguien dice algo así. Pudimos visitar lo más emblemático de la ciudad: las torres, el mausoleo de los amantes, la escalinata; y pudimos coger algún caché.

Teruel es una ciudad super pequeña y bien apañada, muy mudéjar y que han sabido sacar partido a la historia de amor más absurda ever. ¿Os sabéis lo de los amantes? Con ese nombre, al menos serán amantes, ¿no? Pues no. ¿Ni siquiera un besico? NI SIQUIERA UN BESICO. Ella le dijo que no, que estaba casada y que no había beso. Él va y se muere. O sea. Y luego va ella y por lo visto también se muere. Y de ahí han montado un mausoleo chulísimo que bien merece la visita.

El segundo día continuamos nuestra ruta; el camino está en buen estado y bien señalizado. El paisaje va cambiando: pasos a nivel entre cárcavas y campos de cultivo, molinos gigantescos y, cómo no, estaciones abandonadas de la antigua vía.

Íbamos disfrutando de la ruta, en plan así:

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Cuando de pronto, sin (casi) avisar, se pone a chispear. ¡¡Fantástico!! Nada mejor que un refrescante paseo en bici. Después se puso a llover y también nos alegró poder usar, ¡al fin!, los cubre alforjas. Y así seguíamos felices hasta que a eso de las 13 empezó a granizar con saña. Se notaba que todos y cada uno de los granizos iban a por Luiyo o a por mí. Según mi conteo, iban más a por mí, pero tampoco nos vamos a poner medallas, claro.

Nos pusimos a pedalear fuerte, a 90 km/hora (o incluso menos) cuando de pronto, detrás de una curva, nos encontramos con un hotel-cafetería-spa-techo-cubierto-salvación. Nos pusimos un ratito bajo el alerón del parking esperando que parase de llover, pero como pintaba fatal, decidimos candar las bicis y aprovechar para comer en el sitio. Y aquí vino el primer presagio de que iba a ser un gran día. Le pedí caldico. Así, a bocajarro. Y va tenía.

¡¡Tenían caldico!! Y qué bien sentó. Ya puestos, hicimos una comida no-muy-frugal, y a eso de las 14:30 salió el sol y se despejó, así que decidimos que era hora de seguir la ruta. Mientras tomábamos el café, me dio por mirar la previsión del tiempo.

  • Luiyo, aquí dice que en un par de horas llueve de nuevo
  • Qué más da, ya nos hemos mojado
  • Parece que viene mucha lluvia
  • Yami, no te pongas ahora aguafiestas, ¿lo pillas? ¡aguafiestas!
  • Sí, leches, lo pillo, en realidad yo misma he escrito ese chiste, pero el caso es que viene tormenta
  • Dime más…
  • … eléctrica
  • ¿Cómo?
  • Pues eso, que viene tormenta eléctrica
  • ¿Y si nos pilla un rayo?
  • Esto es como en los coches, que le da al chasis y las ruedas hacen tierra
  • ¡¡nosotros somos el chasis!!
  • ¡¡Entonces mejor nos vamos pitando!!

Y con estas partimos rápidamente de ese trocito de cielo que era el bar con caldico. Tan rápido que nos fuimos sin pagar, pero eso es otra historia y será contada en otra vista oral. Aunque hicimos lo posible por ir rápido, la tormenta fue más veloz y nos pilló de lleno la segunda granizada del día. En ese punto, con las alforjas a salvo gracias a las cubiertas, nos reagrupamos y fuimos más o menos tranquilamente hasta el hostal, porque total, ya me goteaban hasta las pestañas.

A media tarde llegamos a la que fue la mejor parada del viaje: un hotel rural construido en una antigua estación, en el apeadero de Albentosa. El anfitrión y su madre fueron excepcionales, pudimos lavar y secar nuestra ropa y descansar tranquilamente. Después del tute del día nos vino de perlas.

El tercer día amaneció soleado y sin pinta de llover. Pero no iba a ser tan fácil. ¿Os acordáis de las cárcavas? Indican arcilla. ¿Y sabéis qué pasa cuando la arcilla se moja? Pues que había tanto barro que se bloqueaban las ruedas. Tuvimos unas cuantas paradas técnicas para desatascar el barro de la horquilla y de los cambios. Nos encontramos algunos tramos donde se había desprendido tanta arcilla y había tanto barro que tuvimos que pasar a pie empujando la bici.

Con todo, fue una buena etapa de nuevo. Íbamos parando en las distintas estaciones, y disfrutando de una etapa un poco más larga pero sencilla y muy agradable. Por cierto, elegimos hacer la ruta en sentido descendente. Y añado: por supuesto :D

Esa noche dormimos en una casona en un pueblecito llamado Algar de Palancia. Había que reponer fuerzas para la última etapa.

Y así amanecimos el cuarto y último día de la ruta. Fue el tramo peor llevado, tuvimos que callejear bastante y gracias a que Luiyo se había estudiado la ruta, pudimos avanzar sin (apenas) perdernos. Nos encontramos un par de tramos de obras que tocó sortear y casi sin darnos cuenta llegamos al Puerto de Sagunto, y un poco más allá, estaba el mar \o/

Tras hacer check en el mar Mediterráneo, fuimos a una gasolinera a limpiar un poco el barro de las bicis y de ahí cogimos un cercanías a Valencia. Fuimos directos a la estación de AVE para comprar unos billetes para nosotros y nuestras bicis.

  • Ustedes pueden ir, pero las bicis se quedan
  • PERDONEMUÁ? - Es todo el valenciano que conozco
  • Que. Ustedes. Pueden. Ir. Pero. Las. Bicis. Se. Quedan. - Se pensó que estaba borracha. Ojalá lo hubiera estado.
  • Creo que nosotros podemos subir, pero las bicis no - puntualizó Luiyo. Creo que todos pensaban que estaba borracha.
  • ¡¡Lo sé!! Pero no acepto esta imposición bicinormativa patriarcal. - Ahí me vine arriba. Normal que pensaran que iba piripi. Y continué - ¡¡NO SIN MI BICI!!
  • Entonces. No. En. El. Ave.
  • ¡¡no estoy borracha!!
  • No.Confirmo. Ni. Desmiento. Pero si no corren, también se quedan sin bus.

Y ahí nos dio todo el agobio. A toda pastilla en metro y en avión hasta la estación de autobuses, donde, milagrosamente, llegamos a pocos minutos de que el último autobús del día partiera. Pudimos desmontar las bicis y caer rendidos en nuestros asientos hasta despertar en Madrid. ¡¡Chúpate esa, Círculo Escéptico!!

Aquí os dejo la ruta que hicimos, unos 200 km:

Viajar con Luiyo ha sido fantástico. Es la segunda ruta larga en bici que hacemos juntos y espero que haya ocasión de pedalear más veces. Un gran compi de aventuras sobre ruedas.

Os dejo como siempre las foticos de las jornadas. ¡¡Hasta la próxima!!