El último día del viaje por el Distrito de los Lagos lo dedicamos a visitar el legado histórico que hay en la zona, que va desde restos de asentamientos romanos hasta enormes abadías.
Este último día nos lo tomamos con mucha calma, desayunamos sin prisa y lo primero fuimos a visitar el Wray Castle. Es un castillo famoso porque aquí veraneó Beatrix Potter durante su infancia. Su estancia aquí le marcó notablemente; por un lado, el entorno fue la inspiración para su obra posterior (Petter Rabbit), y por otro, la zona le gustó tanto que durante su vida dedicó muchos esfuerzos a conservar el entorno. Beatrix Potter es una figura muy destacada en los Lake District y pudimos ver mención a ella y su obra en todos los pueblos que visitamos.
Del castillo solo queda la estructura, y los alrededores. Dentro no queda ningún mueble, cuadro o cortina original, y se usa como centro de exposiciones. Llegamos a tiempo para una charla rápida de 10 minutos (¡fueron más de 30 al final!) sobre la hitoria del castillo, donde destacaba la gobernanza de insignes mujeres que a través de la historia dejaron su huella en la zona. Además, tenían una exposición sobre mujeres muy interesante: desde las que conseguían hitos aparentemente pequeños como ser poseedoras de su propia herencia, hasta activistas por la libertad sexual de las mujeres o científicas con grandes descubrimientos. Una exposición hecha con mucho mimo en la que me llamó la atención una sala dedicada a la autocrítica, donde se señalaba que si bien estas las mujeres de esta exposición merecen un lugar en la historia, debían hacer notar la ausencia de mujeres negras, migradas, racializadas o mujeres trans “sepultadas” bajo el privilegio de mujeres blancas.
Tras esta vsita nos acercamos a la Casa de Ruskin en Brantwood. Fue la casa donde se retiró John Ruskin tras una agitada vida de pensamiento revolucionario. La visita a la casa se completa con un paseo por los jardines del alrededor que ojalá ser yo un señor inglés revolucionario y retirarme así de bien.
El plan seguía por el paso de montaña Hard Knott hasta el fuerte romano del mismo nombre. Construido en el S.II bajo el mandato de Adriano (el del famoso muro un poco más al norte), lo situaron en una zona estratégica durante la conquista hacia el norte. La carretera del S.XXI requirió de toda nuestra concentración para no despeñarnos, así que no me sorprende que este fuerte se abandonara: aquí no venía ni Perry. El fuerte se visita por libre, tiene alguna placa explicativa, pero en general es la imaginación de cada cual la que proyecta muros y tejados sobre las ruinas que quedan visibles.
Volvimos al coche y continuamos por la carretera que nos había traído hasta aquí. Salir del valle por ese lado fue más sencillo aunque no estuvo exento de emoción; y entre curvas y sustitos, llegamos a la Abadía de Furness, en Barrow. Es una de las abadías cistercienses (S. XII) mejor conservadas de Inglaterra y la visita nos encantó. Esta vez sí nos acompañó la lluvia fina así que, aunque un poco mojados, tuvimos el privilegio de visitar la abadía completamente solos. El complejo visitable es bastante majete: quedan ruinas de la iglesia, el monasterio y los jardines. En la entrada, además de la venta de entradas y tienda de regalos, hay unos paneles sobre la historia de la abadía muy ilustrativos.
Y así fuimos terminando el día y el viaje. El Distrito de los Lagos es una zona verde preciosa que merece mucho la pena visitar. Es el parque natural más visitado de Inglaterra y en general los pueblos están muy maquillados para el turismo, concretamente el turismo de montaña: hay muchas muchas tiendas de montaña, bares con excursiones de montaña, hoteles orientados al senderismo, etc, etc. Es además un turismo bastante gentrificado, es decir, bastante caro. Había pocos albergues juveniles y muchos hotelitos con encanto (a.k.a caros). Aun así, en temporada media encontramos muchos carteles de no vacancies (normal, lo que había eran muchas ovejancies). La zona nos encantó, está muy bien organizada y hay muchas opciones para recorrerla.
Al día siguiente fuimos a Manchester y dejamos el coche. Aprovechamos para conocer un poco la ciudad antes de coger el tren que nos llevaría esa misma noche a Londres. La ciudad, como cabe esperar, no me enamoró, pero pude disfrutar mucho de las pocas visitas que nos dio tiempo a hacer durante el día: la biblioteca John Rylands y el Museo de ciencia y tecnología. Y así sí, pudimos dar por terminado este viaje tontako, del que sobre todo nos trajimos preciosos recuerdos de las sierras de Cumbria.
Y para que vosotras también tengáis un precioso recuerdo, aquí un selfie:
¡Hasta la próxima aventura dendarii!