Condujimos por praderas infinitas, adentrándonos en terreno que pertenece a los Blackfoot, para aprender sobre las Naciones Originarias de Canadá.
Una vez más cogimos la caravana para ir hasta el siguiente destino, Writing-on-Stone. Para llegar tocó recorrer larguísimas carreteras, con apenas curvas y campos llanos que se extendían más allá de la vista. Tan aburrido como La Mancha, pero más grande.
Estábamos a apenas 10km de USA y al fondo de nuestra carretera interminable se veían las Sweetgrass Hills, ya en Montana.
Llegamos a Writing-on-Stone, que significa “escritura en piedra”, por la tarde. Es una zona de mucha significación para las First Nations, pues aquí venían a pintar en la piedra lo que hoy llamamos petroglifos, y que son escescenas de la vida y la historia de los Blackfoot. Para ellos esta zona es sagrada y por su valor histórico y natural, está considerado por la UNESCO como lugar de interés cultural.
Al llegar al camping vimos muchos carteles anunciando que hay muchas serpientes de cascabel, y que por favor no las atropellemos, que están de migración y que están en peligro de extinción. Suerte para la serpiente que no nos encontramos porque sospecho que no atendería a razones con una bicha así.
Nada más llegar, quisimos aprovechar las horas que quedaban de tarde para hacernos un paseo sencillo por la zona, el Hoodoo Trail que pasaba por delante de nuestros ya conocidos hoodoos y llegaba hasta los famosos petroglifos.
La ruta discurría junto al Milk River, con sinuosos meandros y unas orillas preciosas encajonadas entre grandes praderas.
Íbamos los cuatro charlando de lo divino y de lo hoodoomano (#patapumpish) cuando tras un recodo en el camino, ¡QUIETAS TODAS! Un ciervo despistado a apenas unos metros se nos quedaba mirando. Un poco más allá aparecieron otros, sin prestarnos mucho interés ni mostrar miedo. Observábamos encandilados la escena cuando uno de ellos decidió, a ver cómo lo digo finamente, ponerse a giñar. Sin taparse ni nada. Optamos por seguir nuestro camino para darle algo de intimidad.
Y así llegamos hasta la zona donde estaban estas pinturas en la piedra, distintas escenas entre las que destaca una especialmente elaborada sobre una batalla, donde se veían las armas de los europeos, los tipis o las lanzas de los Blackfoot. Como estos petroglifos son pequeñas hendiduras en la roca, no es fácil ver bien los detalles, especialmente porque no te puedes acercar ya que en muchos casos están valladas debido al vandalismo.
Como iba oscureciendo ya, decidimos subir hasta la carretera que nos conducía de nuevo al camping; esto nos permitió unas vistas del río espectaculares.
Esta es la pinta que tenía nuestro paseo:
Por la mañana recogimos nuestra casita y fuimos a la segunda visita relacionada con estas First Nations: Head-Smashed-In Buffalo Jump o Precipicio de los Bisontes de Head-Smashed-In. Se trata de un precipicio donde antiguamente las tribus Blakfoot cazaban bisontes para pasar el invierno y que, al igual que Writing-on-Stone, cuenta con el reconocimiento de la UNESCO como lugar de interés cultural.
Junto al precipicio hay un centro de interpretación llevado por gente Blackfoot, con una exposición muy grande sobre los Blackfoot y en particular sobre la caza del bisonte.
Nosotros habíamos reservado una actividad guiada, de 3 horas de duración, con explicaciones diversas. Un anciano Blackfoot comenzó dándonos la bienvenida y una bendición, para luego pasar a explicar cómo había adquirido el estatus de elder (anciano). También proyectaron una recreación sobre en qué consistía esta cacería: primero preparaban un camino bordeado por piedras arbustos hasta un acantilado; varios cazadores se hacían pasar por lobos en la retaguardia de la manada, y en la vanguardia, otro cazador, cubierto con una piel de cría de bisonte, se acercaba lentamente, imitando a una cría en peligro; cuando el momento era el idóneo, este cazador/corredor se lanzaba a correr hacia el pasillo con la esperanza de que se produjera una estampida. Cuando así era, los bisontes corrían hasta precipitarse desde una gran altura, donde les esperaban otros cazadores para rematarles.
Tras la cacería, rápidamente se organizaba el despiece de los bisontes, para preparar la carne de forma que aguantara: se secaba en tiras al fuego o se amalgamaba con bayas de la zona en una pasta de altísimo valor calórico. Se aprovechaba todo: la piel para tipis, la carne para alimento y los huesos para hacer herramientas.
Después nos llevaron a una zona de recreación donde podíamos probar algunas armas antiguas y de hecho nos invitaban a recrear una escena de esta cacería, y finalmente nos despidieron con unas palabras dentro de un tipi.
La visita tuvo muchísimas cosas buenas, aunque la sensación final fue bastante agridulce por la sensación de circo para turistas. Yo recomendaría no hacer esta actividad y centrarse en la exposición y en la proyección.
Entre las cosas buenas que me parecieron super interesantes estuvo el escucharles en su lengua nativa, y el saber que son optimistas respecto a la vitalidad de la tradición Blackfoot.
Sin tiempo para más visita, dejamos atrás el precipicio de los búfalos y nos dirigimos hacia la siguiente etapa del viaje: nos adentramos en las montañas de Waterton. ¡No os lo perdáis!
Mientras llega el momento de contaros esa aventurilla, os dejo las fotos de estos días:
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