Comienza la etapa de los Parques Naturales de Canadá. La naturaleza salvaje es uno de los motivos principales para cruzarnos medio mundo y por fin nos íbamos a adentrar de lleno.
Aunque el Parque Nacional de Waterton no quedaba exactamente a mano, no queríamos perdérnoslo, ya que tiene algunas de las rutas más bonitas y escénicas.
Justo al entrar, compramos la Discovery Anual Pass, que nos permitrá entrar a todos los parques nacionales de Canadá durante dos años (por si de pronto perdemos el avión de vuelta, que no prometo nada). Con nuestro pase colgando orgulloso del retrovisor, condujimos hasta el camping, que está junto al pueblo de Waterton.
Esa noche tuvimos la suerte de contar con un cielo super despejado y pudimos dedicar un buen rato a observar un cielo nocturno tan distinto del que vemos en Madrid.
Para el día siguiente habíamos programado originalmente la famosa Carthew-Alderson Trail; sin embargo, el acceso a la zona está cerrado desde 2017. En ese año hubo un incendio que obligó a evacuar a gran parte de la población y que arrasó con una enorme superficie de los bosques. Aún dos años después hay mucha partes cerradas por las obras de reconstrucción.
Así que nos decidimos por la Crypt Lake Trail, calificada por National Geographic como una de las 20 mejores rutas senderistas del mundo; esta ruta estaba como plan B porque parecía tener zonas muy expuestas pero gracias a este comentario me animé con la ruta. Cuenta que ella tiene vértigo pero que en realidad no es para tanto, que las fotos quedan demasiado exageradas y que se puede hacer perfectamente. ¡¡Gracias, Sarah y Niall!!
Por la mañana, Angela no se encontraba muy bien y aunque estuvo evaluando durante un rato si podía ir o no a la ruta, finalmente no se encontraba como para hacerla, así que ella y Pablo se quedaron en Waterton a pasar el día; nos dio mucha pena que se quedaran, pero cuando volvimos nos contaron que habían sacado mucho partido al día, así que fantástico.
Total, que a eso de las 9:30 cogíamos un barquito en La Marina de Waterton, que nos llevaría hasta el comienzo de nuestra ruta. Nada más desembarcar, nos juntamos un buen puñado de senderistas para comenzar, a la vez, la misma ruta. Además, consistía en un camino muy muy estrecho y por el que sólo podía circular una persona a la vez. Esto significó un poco de caos al principio, ya que había grupos adelantando, desfondándose, quedándose atrás y vuelta a empezar durante un buen trecho. Como salíamos de subida, los ritmos no tardaron en readaptarse y los grupos se fueron separando, de forma que ya pudimos transitar tranquilamente y descubrir un camino absolutamente maravilloso.
La ruta comienza en un frondoso bosque, muy fresco y agradable; la ruta es muy fácil de seguir en todo momento, pues el camino está muy marcado y el resto es bosque salvaje.
Unos kilómetros más adelante, adentrándonos cada vez más en el valle, comenzamos la subida de una ladera en la que con la altura, íbamos dejando atrás los árboles y se abrían unas vistas alucinates.
Así llegamos a la primera parte que podría suponer un reto, pero que, según Sarah y Niall, no era para tanto.
Me cago en vuestra calavera, Sarah y Niall, ojalá os piquen mil pulgas gonorreicas. O sea, vamos a ver, que no pude ni sacar fotos porque estaba muy ocupada protegiendo mi vida de una certera muerte. Con mucha ayuda de Alex y el primer (que no último) ataquito de vértigo, logré llegar a la escalera al final de la cornisa. Costó mucho pero lo conseguí y fue un momentazo.
Después de la cornisa, venía un estrecho túnel en el que pasábamos medio agachados medio arrastrándonos, y a la salida…
Que una plaga de sarna y calandracas caigan sobre vosotros y vuestros ancestros, Sarah y Niall; la parte del cable la llevé en general mejor, salvo el último tramo, que estaba tremendamente expuesto y en donde se me cayó la tapa de la cámara; estaba yo atascadísima sin poder avanzar ni coger la tapa, cuando la chica que venía detrás (y que no entendía por qué lo hacía yo tan difícil) se ofreció a darme la tapa si, por el amor de lo que más quiero, avanzo un poco más rápido.
Después de otro ataquito de vértigo, que nuevamente Alex me ayudó a superar, nos quedaba un kilómetro para el punto más alejado de nuestra ruta: el Crypt Lake.
Al verlo aparecer entre los árboles, de repente, me invadió una sensación de alivio y tranquilidad. Es sencillamente maravilloso encontrarse un lago clarísimo, a tanta altura y rodeado de montañas y bosques.
Allí nos buscamos un sitio donde dar cuenta de nuestras viandas y disfrutar bajo el sol de las vistas. Al cabo de un rato emprendimos el camino de vuelta, y ¿sabéis qué? Esta vez también menté a los ancestros y a los poscestros de Sarah y Niall. Así se os agrie la leche, Sarah y Niall.
Realmente mereció muchísimo la pena ir ya que la ruta, a pesar de los obstáculos, fue preciosa y culminó en un rato super a gusto.
En el camino de vuelta, Alex propuso dar un pequeño rodeo, que pasaba por unas cascadas. No debía entrañar mucha dificultad, salvo porque al principio se bajaba con bastate pendiente y yo ya llevaba los pies algo cansados. En este tramo me tocó sufrir un poco, ¡de hecho terminé con una uña negra! Al menos éramos los únicos que habíamos decidido dar el rodeo, así que íbamos solos. Este hecho en particular está genial, ya que íbamos disfrutando de la ruta para nosotros solos, hasta que descubrimos que nos estábamos solos…
Íbamos andando con unos 5 metros de separación y de repente, un gruñido nos hizo parar en seco. Nos miramos y ambos habíamos oído lo mismo: era un oso y nos estaba avisando de que andábamos demasiado cerca. Ya nos habían avisado de que estamos en tierra de osos, así que íbamos preparados; además, tenemos las nociones básicas de cómo actuar en un caso así y pusimos el protocolo en marcha.
El protocolo básicamente consiste en hacer un poco el ridículo, hablar alto y despacio entre nosotros, y también hablarle al oso.
- TRANQUILO, OSO, QUE YA NOS VAMOS
- SÍ, TRANQUILO, OSO
- ¿Y CUÁNTO DICES QUE NOS QUEDA?
- UNOS DOS KILÓMETROS
- JODER QUÉ LARGOS SE ME VAN A HACER
- Y QUÉ BONICAS LAS FLORES
- NO ESTOY NADA ESTRESADA, OSO, CONFÍO EN QUE LO NOTES
Y así llegamos hasta el embarcadero, ambos sanos y salvos y muy felices de montarnos en el barco que nos dejaría de nuevo en Waterton.
Aquí os dejo la pinta que tenía la ruta hasta el Crypt Lake:
La caminata fue maravillosa, una de las más bonitas y difíciles que yo he hecho nunca. Y aunque pasé unos ratos bastante malos, me alegro mucho de haberla hecho. Como seguramente el relato también os haya hecho pasar un rato regulín, os lo compenso con un selfie:
Y aquí el resto de fotos:
Con mucha pena, no podemos dedicar más tiempo a Waterton, pues nos tenemos que dirigir al norte donde otro parque natural nos espera, y con él, nuevas experiencias, ¡no os las perdáis!
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