La Icefields Parkway es la carretera que une los parques naturales de Banff y Jasper. Es una carretera escénica, que recorrimos de ida y de vuelta con unas cuantas paradas chulísimas.
La recorrimos por primera vez de Sur a Norte, y conducíamos Alex y yo; la segunda vez, de Norte a Sur, condujeron Pablo y Angela.
Una de las primeras paradas fue el Bow Lake donde comienza el río Bow, que nos hemos encontrado unas cuantas veces en las Rocosas Canadienses.
Una visita que me impactó especialmente fue el mirador sobre el Peyto Lake, por los fantásticos y fantasiosos colores que presentaba.
También nos acercamos a las Athabasca Falls donde nos dejamos impresionar por el rugido de las cascadas y el infinito caudal.
Una visita que nos sorprendió muchísimo fue el Mistaya Canyon, un estrechísimo cañón que se podía ver desde arriba, y donde el agua feroz ha formado caprichosas formas y sinuosos recodos.
Sin duda uno de los platos fuertes fueron las actividades en torno al Icefields Discovery Centre, a 1h al sur de Jasper.
Compramos los tickets Aventura del carajo para esa misma tarde, y nos pusimos en marcha. La primera parada consistía en montarnos en uno de los mega-turbo-peta-camiones que nos transportó hasta el glaciar Athabasca, donde pudimos pasear por encima del glaciar, tocar el hielo, pisar en un agujero de agua helada a pesar de que había un cartel que decía que mejor evitar esa zona específica… ¡Aventura!
Con los calcetines ya mojados, pude dedicar tiempo a fijarme tranquilamente en las pequeñas grietas en el hielo que pisaba, así como en las pequeñas corrientes de agua que se veían bajo el (agrietado) hielo que pisaba.
El glaciar impresiona muchísimo, una enorme mole de blanco y blanco sucio, con pequeños ríos abriéndose paso. A pesar del sol que lucía, como hacía viento se notaba bastante frío; nosotros 4 íbamos bien preparados, pero veíamos gente en manga corta o con un jersey fino pasándolo mal.
Nos contaron que existen solo 24 de esos mega-camiones, 22 de los cuales están ahí en ese glaciar. Los otros dos pertenecen a grupos de investigación que están en la Antártida. Cuestan un dineral y son la mejor forma que han encontrado (hasta la fecha) de visitar el glaciar sin dañarlo.
Después nos montaron en un autobús normal, que a estas alturas ya sabía a poco, y nos llevaron al SkyWalk un bonito mirador con suelo de cristal suspendido sobre el cañón.
No dábamos un duro por mí en ese mirador, y sin embargo lo ¡pasé dos veces! Daba bastante impresión, pero era muy chulo y ahí me entretuve unos minutos.
Al terminar, cogimos de nuevo nuestra caravana para continuar el camino y tras una curva ¡PAAAARAAAA! Un oso. Negro. Al otro lado del riachuelo que corría junto a la carretera. Comiendo en la única mata de bayas que había en la zona. Dejamos la caravana en el amplio arcén y nos bajamos a observar al oso, junto con otros curiOSOS (#txistako). En otro momento vimos, ¡por fin! un alce comiendo de las ramas de un bosque nuevo, así que podemos irnos con la satisfacción de haber visto unos cuantos de los grandes de la zona.
Y por fin llegamos a Banff para ir cerrando nuestro viaje… aunque no sufráis que aún hay selfies para vosotras, mis queridas lectoras:
Y el resto de foticos de la IceFields parkway…
Bola extra
¡Pero antes de cerrar, teníamos una sorpresa preparada! Como os contaba al principio de estos posts, Pablo y Angela son muy aficionados al tiro con arco y a socializar en torno al tiro con arco; por eso, Pablo contactó con varios clubs de tiro y finalmente el último día pudimos acercanos a un rancho canadiense que montaron un matrimonio de ingleses hace 15 años y que tenían campo de tiro 3D. Nos prestaron unos arcos de iniciación que nos sirvieron de mil maravillas, y pudimos hacer el recorrido 3D en un bosque absolutamente impresionante.
Por si fuera poco, después nos invitaron a comer a su casa, nos enseñaron sus flechas, sus medallas y pasamos buena parte de la tarde en su terraza charlando. Fue una forma fantástica de cerrar el viaje con una afición que compartimos los 4 y nuestros amables anfitriones.
Y así llegamos al final de este viaje; me queda contaros algunas cositas sobre la caravana y los presupuestos, como suelo hacer, pero ya no quedan más visitas, ni más kilómetros; ahora toca poco a poco mirar hacia casa, donde nos esperan nuestros gatitos y nuestra rutina. Aunque no he echado de menos esta rutina, tampoco sufro por recuperarla, pues ha sido un viaje fantástico que me ha permitido desconectar un montón.
Índice de posts de Canadá 2019
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