En un viaje, hay días en que todo sale a pedir de boca; otros días salen desastrosos y lo mejor es quedarse en casa. Finalmente hay días que te llevan por el finísimo precipicio que separa el paraíso del infierno… Hoy fue unos de esos días.
La emergencia espiritual
Tras las lluvias torrenciales de ayer, Roma se despertó reluciente y fresca. Yo en cambio me desperté un poco apurada porque Álex había notado que tenía (yo) una emergencia espiritual y que teníamos muchas iglesias que ver antes de nuestra visita al Vaticano. No soy consciente de haber manifestado tal fervor, y más bien sospeché que Álex había preparado un itinerario compacto.
Así que pronto estábamos pateando las calles frescas y relucientes en busca de iglesias.
Nuestra primera incursión fue en San Francesco a Ripa: la iglesia en sí no es muy llamativa, pero tiene un éxtasis de la Beata Ludovica Albertoni hecho por Bernini que queríamos ver. Lo que vimos durante un ratito, sin embargo, fue a la conservadora en el andamio trabajar delicadamente sobre la obra barroca.
En Santa María del Orto entramos por casualidad y fue una explosión barroca para la que no estaba preparada a esas horas de la mañana.
En Santa Cecilia in Trastevere pudimos admirar un maravilloso ábside con un mosaico de estilo bizantino. También está la estatua de Santa Cecilia mártir, y se pueden visitar los frescos de Pietro Cavallini.
Volvimos al corazón del Trastevere para ver la iglesia Santa María in Trastevere, en la concurrida plaza a la que da nombre. Aquí también pudimos detenernos en los frescos y en el mosaico del ábside.
Y así resolvimos la emergencia espiritual y no dejamos fresco o mosaico bizantino sin visitar. Igual que en otras visitas, creo que es mejor tomarse un itinerario así como un paseo donde te asomas brevemente a las iglesias, para no terminar hastiada. Fue un paseo fantástico y el tiempo acompañó.
El peregrinaje y la penitencia
Después tocaba ir hasta el Vaticano y decidimos subir de nuevo el Janículo, para entrar en más iglesias (Álex quería ir bien santificado a la Santa Sede).
Subimos hasta San Pietro in Montoiro donde se puede visitar el claustro con el templete hecho por Bramante. Está en la Academia de España y lo mandó construir Fernando el Católico. Llama la atención por sus líneas clásicas renacentistas adelantándose un poco en el tiempo a la nueva estética y por su planta circular.
Llegábamos a eso de las 12 al mirador del Janículo, cuando hemos oído un estruendo tremuendo. Estábamos activando el protocolo apocalipsis romano cuando Álex se acordó que todos los días a las 12 lanzan una salva desde el Janículo. Fuimos los pringados que llegaron un minuto tarde.
Al menos aprovechando el día soleado, pude sacar nuevas panorámicas desde el mirador, tras lo cual bajamos el Janículo por el otro lado y nos encaminamos al Vaticano.
Llegamos a través de la imponente Plaza de San Pedro aunque no podíamos quedarnos mucho pues teníamos que ir hasta el otro lado, ya que nuestra visita era de los Museos Vaticanos y Capilla Sixtina. Me aseguré de no comprar las entradas el miércoles porque es el día que hay audiencia papal y sospeché que habría un vórtice cristiano-temporal con mucha gente. No saqué fotos, pues después tendría tiempo, así que os pongo otra de Santa María in Trastevere, que es una maravilla
Rodeamos todo el complejo y nos encontramos con la zona de las colas para entrar a los museos; no había apenas gente (¡bravo, Yami del pasado!) y pasamos directamente al control de policía. De ahí fuimos a las taquillas donde nos validarían el voucher y nos darían los tickets. Como era demasiado pronto, nos pidieron que esperásemos, así que nos hicimos fuertes en un banco y esperamos un ratito.
Cuando ya quedaban 15 minutos para la visita y se iba congregando gente, fuimos de nuevo a la taquilla y…
- Este billete no es para hoy, es para mañana…
- No puede ser
- ¿Por qué no va a poder ser? Si el Señor es Uno y Trino, tú te puedes haber equivocado
- No empecemos a insultar… ¿y hay hoy visitas guiadas que empiezan a las 14?
- Claro, pero es en inglés
- Ya, pero es que esta conversación está siendo en inglés, podrías sospechar que me manejo
- Ahora que lo dices, sí que te manejas
- ¿Y podemos comprar entradas para la visita guiada de las 14?
- No, porque no quedan
Pues nada, que nos habíamos equivocado y habíamos apuntado mal la cita. Al menos fuimos un día antes y no uno después…
La resurrección
Tocaba replanificar para aprovechar la tarde. Yo tenía ganas de visitar las Termas de Caracalla y vimos una combinación decente en transporte público, así que del tirón nos bajamos al metro. Cuando íbamos a hacer transbordo entre líneas, vimos que la que queríamos coger estaba cerrada y que había un bus. Una lata, pero al menos habíamos visto el cartel así que nos subimos a superficie a coger el bus.
Al llegar a la parada nos dio por leer el cartel completo y resulta que el cierre era sólo a ciertas horas, pero no todo el día, cómo va a ser todo el día, si la gente tiene que llegar a las Termas. Lo suyo habría sido bajar al metro de nuevo, pero es que el metro-bus en Roma es multi-modal-pero-solo-un-poco: puedes coger buses y tranvías varios pero solo un metro. CLARO QUE SÍ GUAPI. Así que nos buscamos otro bus que nos llevara a las Termas de Caracalla o a cualquier lado en realidad.
Aún no sé cómo, pero ¡llegamos a las termas! Es un complejo enorme (11 ha) construido en el S.III por el emperador Antonio Caracalla. No os sorprenderá saber que fueron las más grandes construidas hasta ese momento, porque los emperadores tenían mucho que demostrar. Aunque el complejo más grande debía ser el que tenían los propios emperadores que se pasaban el día sobrecompensando.
En las Termas entraban hasta 6000 (seis mil) personas (a la vez, claro, en distintos momentos cabrían muchas más), y cuando digo personas, digo hombres, que venían a darse unos bañitos y a hacer política en el trayecto entre el calidarium, el frigidarium y el deentretiemparium.
De las termas solo quedan unas cuantas ruinas que se visitan siguiendo unos paneles informativos; las termas fueron una obra de ingeniería muy interesante por los mecanismos que ponían en marcha para mantener las temperaturas. Aunque quedan solo las ruinas, es fácil dejarse llevar por la evocación… pero no hay posibilidad de bañarse, repito, no hay posibilidad de bañarse en el natatio así que dejad el bañador en casa #yamiconsejo.
La visita no lleva mucho tiempo y vimos la posibilidad de acercanos a las Catacumbas. No estaban en mi lista breve pero los padres de Álex me las recomendaron así que aprovechamos la oportunidad. Cogimos el autobús y nos fuimos a las Catacumbas de San Calixto, junto a la Vía Apia Antica.
Las catacumbas se visitan únicamente con visita guiada, y a horas fijadas. Así que llegamos, compramos nuestra entrada y esperamos un ratito hasta que avisaron de que empezaba nuestra visita. Cuál fue nuestra sorpresa al saber que éramos los únicos turistas en español; y más aún, al saber que en ese momento éramos los únicos turistas en las catacumbas. Así que después de todo tuvimos una visita privada.
Nuestro guía hablaba muy bien castellano y además era en todo momento muy pertinente. Pudimos charlar, leer las lápidas en griego, interpretar los símbolos paleocristianos y aprender sobre los muchos kilómetros de tumbas excavadas en la torba.
Las catacumbas se excavan sobre una necrópolis anterior. Mientras que en las necrópolis típicamente se guardan cenizas incineradas, en las catacumbas se sepulta a los muertos. Debido a la tradición cristiana de la resurrección, tenían que dejar los cuerpos listos para ir al cielo. Esto hace que las catacumbas fueran muy grandes, para albergar a más de medio millón de personas.
Ingenieros se ocupaban de ir abriendo galerías, a pico y pala, de escribir en las lápidas, de encalar los nichos y de mantener las esencias para paliar los olores. Nuestro guía, Stefano, también nos habló de las misas en las criptas, de las persecuciones a cristianos y de cómo en estas losas se puede adivinar un cambio en la relación de los vivos con los muertos. Me gustó muchísimo la visita, además del lujo que fue el hecho de ir solos por las galerías.
La redención
Cogimos el autobús de vuelta que nos dejó en Plaza Venezia. Llevaba todo el día con sensación de periplo, de andar demasiado pendiente, y al llegar a la Plaza Venezia até los cabos. Yo no soy supersticiosa, pero teníamos una deuda con el restaurante (que el banco había devuelto el cargo) y el karma no perdona. Así que enfilamos hasta el restaurante. Estaba cerrado, pero no desistimos, y aporreamos la ventana hasta que se asomó un señor con cara circunspecta.
Le enseñamos en el móvil el cargo y la devolución de los 43€ que había sido la comida (y os recuerdo que no me gustó mucho). Él se asustó un poco, nos hizo pasar y comenzamos a mirar en el histórico de cobros. Intentaba decirle que era normal que no estuviera en el histórico de cobros, pero es que él no habla inglés ni español y yo no hablo italiano… Su madre estaba también algo compungida a nuestro lado. En esas que llamó al banco directamente y Álex decidió que era buen momento de sacar a relucir su italiano:
Nos voliamo pagare
La cara del tipo se puso de mil colores, que traduje mentalmente por un “¿EINNGGG?”
La banca ha restituito il pagamento e siamo venuti a pagare
Él entonces señaló en el móvil de Álex el número en negrita grande que era el saldo que teníamos. Se había pensado que nos habían hecho un cargo bastante grande (de la ostia) por error porque vio el saldo, en lugar de los movimientos de cargo y retorno. La cara de alivio fue un poema, las risas tontas y después la cara de alucine de la madre y su hijo porque volvíamos a pagar. Nos colmaron de alabanzas e incluso ¡nos cobró un poco menos!
Salimos de allí de muy buen rollo con el karma claramente restituido. De hecho, de camino a la cena me encontré en el suelo ¡1 euro! No me la quise jugar y le di ese euro a la primera persona que lo pedía, que en este caso era un guitarrista con un conejo blanco en el hombro. Pero esta es otra historia que será contada en otro momento.
Hoy comí…
En la zona del Vaticano encontramos un sitio de panini con buena pinta, que nos resolvía un bocata rápido antes de la fallida visita al Vaticano. Por la noche probé la alcachofa a la judía que resultó ser frita-y-aceitosa. Todo lo que sea freír el producto fresco es maltratarlo y no saber comerlo y en esa colina me mato yo. También probé pollo a la cacciatore con tomate, aceitunas y romero que estaba delicioso. Álex tomó una pasta al pesto con verduritas. Después fuimos a un sitio en el que te dan tiramisú hecho en el momento, que estaba bastante rico.
Con suerte, mañana, sí, visitaremos el Vaticano. Mientras, y a pesar del agitado día, os dejamos nuestro mejor caracallo: