Nuestro viaje continúa por una de las dos capitales más importantes del país checoslovaco: Bratislava.
La ciudad que se pasea
Empezamos nuestra visita a Bratislava con un paseo guiado por la ciudad. Esta actividad tiene mucha variación en la calidad y siempre hay riesgo, pero en este caso tuvimos un guía fantástico que superó mis expectativas. Incluso cuando la tormenta se nos echó encima, pudimos maniobrar y continuar la visita.
Bratislava es una ciudad pequeña, y su casco histórico es particularmente pequeño, en parte porque fue bombardeada por los aliados durante la IIGM. Desde entonces tampoco ha crecido mucho ya que su población total no llega a 500.000 habitantes. Así que nuestro paseo guiado pudo pasar por lo más reseñable de la ciudad.
Empezamos en la fuente Ganymedova, junto al Teatro Nacional.
Martin nos habló del carácter eslovaco al comentar que la plaza Mayor, anteriormente llamada “Plaza Adolf Hitler”, estaba al lado de la “Plaza de Stalin”. Porque en el corazón de los eslovacos hay cabida para un gran número de monstruos. Nuestro paseo fue un 29 de agosto, que coincidió con el día grande de los eslovacos: el día del Levantamiento Eslovaco, de cuando decidieron dejar de apoyar a los nazis y pasaron a ayudar al ejército rojo que se acercaba para liberarles. Nuestro guía, oriundo, joven y progresista, pasó un buen rato hablando de esta época y algo de la dictadura comunista que a día de hoy provoca muchísimo resquemor.
Paseamos por la antigua ciudad intramuros (Stare Mesto) y nos asomamos también a lo que sería la ciudad fuera de la muralla, que actualmente se reconoce por el trazado del tranvía. En cierto momento, las chispas se convirtieron en lluvia fina, que pasó a ser lluvia y aguacero en cuestión de minutos. Ahí tocó replanificar las paradas para hacerlas a resguardo. Nos propuso cambiar el itinerario por si queríamos hacerlo más corto pero el grupo estaba enganchado a sus explicaciones y no le soltamos.
Terminamos la visita en la Iglesia Azul a eso de las 13. Como estábamos junto a nuestro alojamiento, aprovechamos para cambiarnos porque estábamos calados hasta los huesos, pero muy contentos con nuestra visita por Bratislava.
Cuando por fin hizo sol, Alex y yo volvimos a patear la ciudad, y nos acercamos a las partes que se quedaron fuera de la visita guiada. Fuimos a la Catedral de San Esteban justo cuando había un bautizo así que volvimos más tarde. Era pasada la hora de las visitas pero estaba abierta nos asomamamos. En ese momento, el techo de la catedral retumbó con el sonido del órgano, que sonaba en ese momento. Para sorpresa de nadie, Álex llevaba el whistle consigo y se lanzó a unos ornamentos con virgulillas que yo cogí el cepillo de la Iglesia y nos financiamos una cena estupenda.
Nos acercamos a la Puerta del Ángel, la única puerta de la antigua muralla que queda en pie y donde está el km0 de Eslovaquia. Y subimos al Castillo de Bratislava, aunque era tarde para las visitas y no pudimos entrar a ver el Museo de arte eslovaco. Lo que sí pudimos, fue pasear por los jardines y tener una panorámica única del Danubio y la Torre UFO.
Además, en la capital eslovaca hay muchas esculturas por todo el centro y unos cuantos cachés que nos llevaban por todas ellas, así que un 2x1 ;-)
Conclusiones
Cuando buscaba información sobre Bratislava me encontré con varias opiniones que defendían que a la ciudad había que darle máximo un día, o incluso menos. Es cierto que no impacta como Viena, pero es una ciudad muy interesante, con muchos recovecos para descubrir y una oferta turística adecuada para su tamaño. Hay unos cuantos museos que no pudimos visitar por falta de tiempo (y que cierran pronto), conciertos y ¡muchas librerías chulísimas!
Ha sido una visita breve a Bratislava, suficiente para “hacernos con el pulso de la ciudad”, pero con aliciente como para pensar en una segunda visita.
Y ahora, vuestro aliciente, queridas lectoras, ¡el selfie tontako!
Y el resto de fotos de Bratislava: