Nueva escapada de fin de otoño, aprovechando el puente de la Constitución y la Inmaculada. Esta vez el Equipo Tontako nos hemos venido hasta la zona Sur de la Sierra de Gredos, para pasar unos días de rutas, paisajes y tranquilidad.

Llegamos a nuestro hotel rural el martes con la noche ya cerrada y unos quinientos grados bajo cero, sin exagerar, lo que me hizo sospechar que íbamos a pasar frío. Por suerte, hemos tenido unos días fabulosos, con el cielo claro y el sol calentando. El miércoles nos levantamos pronto para ir a por la primera ruta del viaje. Un paseo sencillo para visitar unos chozos y un cuevo: los chozos son las cabañas de pastores en las zonas altas de la montaña donde pasaban el verano con los rebaños, y los cuevos son unos refugios hechos con piedras donde resguardaban estos rebaños.

Casi toda la ruta discurre por pista forestal, salvo el tramo final que sube siguiendo una senda micológica, siempre muy bien señalizada. Nos hizo un tiempo de escándalo e incluso a ratos pasamos calor. La ruta nos permitió unas vistas alucinantes del valle y aunque fue muy poco exigente, nos puso en modo senderista.

Después nos acercamos al Nogal del Barranco, una zona preciosa, desde donde sale la senda hacia el refugio Victory. En la zona junto al aparcamiento han restaurado casas de cabreros, y hay varios paneles informativos sobre cómo vivían antiguamente los cabreros, cuando venían a por los pastos altos en verano. Como en estas fechas oscurece pronto, no tuvimos mucho más tiempo para pasear, así que volvimos a nuestro hotel y nos fuimos a cenar a Arenas de San Pedro.

Al día siguiente cambiamos de hotel por otro que resultó ser un descubrimiento genial: además del hotel tienen una empresa de actividades de turismo activo, entre las que menciono ¡el geocaching! Así que han puesto 10 cachés por la zona y tienen un montón de recomendaciones sobre senderismo y BTT. El sitio nos ha encantado y además nos permitió (tele)trabajar el jueves. Aunque nos tocó currar, después de comer aprovechamos para un paseo corto por la zona, siguiendo La senda entre ríos:

Es una ruta muy corta y nada exigente que sigue el curso de dos ríos y que nos ha transportado directamente al corazón del otoño.

Hemos pillado esta zona en un momento de paisaje privilegiado: ocres, rojizos y verdes en los árboles, hojarasca en el suelo y bajo las hojas, el humus con ese olor tan característico a puro otoño. Iba a por una ruta sencilla para estirar las piernas y me he encontrado con un paseo precioso.

Aquí os dejo el track de la ruta del cuevo de los Tesillos y de la Senda entre ríos:

Aunque inicialmente daban lluvias para el viernes, la previsión ha ido mejorando, así que el viernes nos lanzamos a otro día de rutillas. Comenzamos en el Puerto del Pico, desde donde se puede ver una calzada romana en muy buen estado de conservación.

Chiquita de la Calzada romana (¡txistakorl!) Chiquita de la Calzada romana (¡txistakorl!)

Bajamos hasta el pueblo Cuevas del Valle donde hicimos una ruta breve por un castañar; de nuevo el paisaje fueron el otoño y sus colores.

Paseo de apenas una hora, y muy recomendable:

Cogimos el coche de nuevo y fuimos hasta las afueras de Ramacastañas, desde donde parte la Senda de los pescadores, una ruta clásica por la zona. Comenzamos el camino remontando el río por la margen izquierda, un camino bien señalizado (casi siempre). Como el camino discurre entre la fronda que crece junto al río, caminamos esta parte bajo una constante pérgola verdi-ocre que ya nos resulta familiar:

Al llegar al Puente Viejo del Río Pelayos, en lugar de cruzar directamente y volver, seguimos adelante unos 200 metros donde hay una zona con merenderos; aprovechamos para comer tranquilamente y volvimos al camino, ahora sí cruzando el puente desde donde partía la vuelta. El camino de vuelta lo hicimos siguiendo el cauce del río por la margen derecha. En este caso, en lugar de ser un camino estrecho es pista forestal así que la vuelta fue mucho más rápida.

Esta ruta, de unas 3 horas, me encantó. Ojalá tenga la oportunidad de volver en otra estación y disfrutar de otro paisaje. Aquí os dejo el track:

Y como últimamente todos los viajes tontakos tienen cueva, por la tarde nos acercamos a las Cuevas del Águila, una extrañeza kárstika en una sierra esencialmente granítica. Es una cueva muy pequeña, que se visita con guía en menos de una hora. Llama la atención la cantidad y la diversidad de espeleotemas, tiene muchas más formaciones que otras cuevas más famosas. Es una cueva viva, lo que significa que el agua sigue filtrándose y sigue creando estalagtitas, estalagmitas o excéntricas, aunque difícilmente podremos ver la evolución, ya que cada centímetro tarda unos 150 años. Una visita fantástica y super recomendable.

Y como teníamos tiempo, nos acercamos al Embalse de Riocuevas, un paseo al caer la noche en busca de algunos cachés.

El sábado nos lo tomamos con más tranquilidad. Por la mañana fuimos al Castro de El Raso, una fortificación celta del S.V a.C., que ofrece una visita por libre siguiendo unos paneles informativos. Algunas partes se conservan muy bien y ofrecen la oportunidad de conocer las tribus de vetones, de raíces celtas y célebres por su beligerancia contra la invasión del imperio romano.

En los telares hacían bolsos de Luis Vetton (¡porque eran vetones! txistako!) En los telares hacían bolsos de Luis Vetton (¡porque eran vetones! txistako!)

Después bajamos a Candeleda a comer y a visitar el pueblo. El centro histórico del pueblo está muy bien conservado y cuidado, con muchas balconadas llenas de flores y con la arquitectura tradicional restaurada. Por la tarde nos acercamos al embalse de Rosarito, donde Alex cogió su caché número 1500 (¡enhorbuena!). Es una zona de conservación de aves, y hay puestos de observación. Desafortunadamente, el embalse está prácticamente seco así que ahora mismo hay pocas poblaciones de aves.

Y así terminamos este viaje a Gredos. En 2012 hice una visita exprés por la cara norte para subir al Almanzor, pero no había dedicado nada de tiempo a conocer esta sierra. Es una zona preciosa: grandes bosques de robles, pequeños pueblos en los valles, gastronomía fantástica… Así que termino el viaje muy feliz por este descubrimiento y con ganas de volver y seguir explorando.

Igualmente felices estaréis vosotras al saber que se viene ¡un selfie!

Y las foticos del viaje:

¡Hasta la próxima aventura dendarii!