El mar. La mar. El mar. ¡Sólo la mar!. El Tontako Team, se lanza al mar. Y así es como llegamos a nuestra siguiente etapa por Lusitania, para conocer el mar…
Recorrer el Algarve a nuestro aire, en camper, había sido la excusa con la que nos lanzamos al viaje, aunque rápidamente tuvimos que desechar la idea de la furgoneta. Pero antes de llegar a Albufeira, hicimos una parada breve en Peniche, desde donde pudimos conocer Isla Berlenga o el Archipiélago de las Berlenga, reserva de la biosfera para la UNESCO. Parada totalmente turisti-guiri para el resto del mundo.
En el puerto de Peniche hay varias empresas que venden “la experiencia Berlenga”; te llevan ahí, te dan un paseo por las grutas, otras añaden snorkel o buceo… Elegimos una que nos encajaba con el horario que queríamos, y en veinticinco minutos de paseo por el mar estábamos desembarcando en Berlenga Grande, la isla más importante del conjunto.
Es un mini-puerto donde se encuentra la mayor parte de huella humana: una mini-playa, casas de pescadores, un chiringuito… ahí es donde se concentra todo el mundo pues es el punto de entrada y salida de la isla. Nada más llegar teníamos el turno para el paseo por las grutas. Es un barco mucho más pequeño que recorre la orilla de la isla y se mete en algunas cuevas. Explicación para todos los públicos, pareidolias en las formaciones y fotos bonitas. Lo mejor es que te deja en el fuerte de San Juan Bautista, que tiene un acceso algo complicado y por lo menos te ahorran la ida.
El fuerte de San Juan Bautista es una fortificación defensiva del S.XVII, en un islote junto a Berlenga Grande, al que se accede por un puente de piedra, estrecho y sin asideros. Portugal way of life. Actualmente es un hostal con 20 camas y unas vistas alucinantes.
En la isla vimos muchos visitantes recorriendo las orillas, con playa o sin ella, enfundados en neopreno, con snorkels o, más alejados de la orilla, haciendo buceo. Además, la isla tiene varios caminos muy marcados, de los que no hay que salirse para no dañar el hábitat protegido de aves y reptiles. El último rato antes de que nos recogiera la zodiac de vuelta estuvimos en la playa y nos bañamos en el mar (menudo rollo), para hacer check en el Atlántico y el pack guiri-completo. Eso sí, ahora soy como Walt Disney y me descongelarán cuando hayan encontrado una cura para la tontunez. Y para completar el pack, esa noche cenamos un plato típico: arroz caldoso con pulpo y regado con un Matheus Rosé. Acabé en el karaoke con las cigalas.
Nuestro último destino en Portugal era el Algarve, la zona costera sur de Portugal; tiene también algo de interior, pero el turismo está totalmente orientado a la explotación de las playas y de los guiris ingleses. Con voluntad y paciencia, encontramos una Quinta alejada de la costa y que fue nuestra fantástica y tranquila base de operaciones durante los 5 días que estuvimos deambulando por el Sur de Lusitania.
Durante nuestra estancia, hicimos distintas visitas por pueblos y costas de la zona. Conocimos Silves, antigua capital del Algarve y apodada “la sierra del mar”. Es un pueblo muy chulo, donde visitamos su castillo, su catedral y sus callejuelas.
Una cosa que me llamó particularmente la atención fue que el mobiliario urbano está por lo general decorado; además de que queda muy chulo, el efecto es de ciudad cuidada.
También visitamos Monchique, un pueblo más pequeño y en el interior; calles con encanto y un paseo sencillo hasta un convento en ruinas. En general me dio la impresión de que esto de “la sierra del Algarve” es poco más que un reclamo turístico para ofrecer planes alternativos a los turistas, pero que en sí mismo no constituyen destinos interesantes.
Fuimos a la Ponta da Piedade, cerca de Lagos, donde se puede ver una panorámica muy chula de los acantilados de la zona. Está muy bien habilitado con pasarelas para asomarse a distintos sitios.
En Lagos constatamos una novedad de nuestro viaje; mientras que hasta ahora se notaba el cambio de temporada de turismo (en la zona norte y central), en el Algarve todavía hay muchos visitantes (borra) de todas partes (chuzos). Los distintos pueblos son en general una colección de chiringuitos de playa, restaurantes y tiendas de souvenirs, que estaban a reventar aun en la segunda quincena de septiembre.
Visitamos Albufeira también, donde encontramos (por fin) una tienda de música en la que tenían el uke portugués que Alex quería… ¡y ya son sietemil ukes los que tenemos en casa! Aquí tomamos cataplana, otro plato típico delicioso con rape y marisco. Y nos encontramos con alguna pequeña joya en forma de arte callejero.
El último día antes de salir de Portugal nos acercamos a Tavira, un pueblo coqueto, con un castillo en ruinas que alberga un recoleto jardín. Paseamos junto al río y vimos plazas y jardines muy bien acondicionados para los vecinos del pueblo, lo que siempre es fantástico. Aquí se notaba que están más cerca de la frontera porque su nivel de castellano era de pronto mucho más alto.
Y ya que estuvimos tantos días, también sacamos tiempo para una ruta clásica en la zona, los siete valles colgantes. Se trata de un paseo cerca de Albufeira sin mucha dificultad por el acantilado, asomándose al mar y también a algares, formaciones de roca y playa que dan nombre a la zona. Fuimos pronto para asegurar sitio en el aparcamiento y estábamos muy solos cuando salimos. A media mañana el calor se puso a apretar demasiado fuerte y decidimos darnos la vuelta para no achicharrarnos. Fue a la vuelta cuando nos encontramos con hordas de turistas saliendo de paseo, ¡en las horas centrales! Desde luego, para disfrutar del calor del verano en la playa hay que estar hecho de una pasta especial. En realidad el paseo y las vistas merecen mucho la pena.
Aunque la zona del Algarve no me ha cautivado como al resto del mundo, sí que han sido unos días fantásticos de mucho descanso, de planes muy tranquilos y de no hacer nada, cosa que he agradecido especialmente. Puede que el truco para que yo descanse en mis viajes es ir a sitios que me resultan poco interesantes :P
Y si las vistas del Algarve os han gustado, vais a alucinar con las vistas tontakas, ¡va un selfie!:
Y el resto de fotos de estos días.
¡Ay que ya queda poquito del viaje!