Tenerife III- Anaga
En episodios anteriores… Casi nos matan pero luego nos dieron de comer y se nos pasaron todos los males. Ayer visitamos el parque natural de Anaga al noreste de la isla (norte según Marta, cuyos criterios cardinales escapan a mi comprensión). La ruta en coche es una gozada por una carreterucha entre montañas.
Como íbamos con mucha calma (algo tarde) a medio camino intentamos localizar la ruta que queríamos hacer para ir previendo contingencias (algo nos olíamos). Y como el 3G era muy malo, llamé a mi hermano para que me diera la información:
- Martxe, mírame cuánto es esta ruta
- 8km, 5horas, joder qué fácil
- seguramente sea porque tiene mucho desnivel…
- no, seguramente sea porque es muy muy fácil
- …
- ¿qué tal por ahí?
- esto es la ostia, super bonito
- ¿sabes qué otra cosa es la ostia? pagar un pastón por no imprimir los billetes
- ¬¬’
- pienso hacerlo cuando vaya a Tenerife
- gracias hermanito
Con esto Marta y yo ya veíamos venir que lo mismo no era nuestro día para hacernos esta caminata, a estas horas y sin llevar un bocata decente encima. Pero como la carretera estaba yendo por sitios tan bonitos, seguimos la ruta en coche hasta Chamorga, con unas vistas espectaculares:
En Chamorga confirmamos nuestra intuición de que hacer la ruta era de lo más imprudente. El sitio tenía toda la pinta de ser la zona 0 de una invasión zombie. Quedarnos ahí, desarmadas y sin un cochino bokata (esto es importante, sobre todo si van a venir los zombies), y sin 3G para avisar a todo el mundo. En fin, que dimos un paseillo corto para evaluar el veradero peligro y nos volvimos a la civilización.
De vuelta nos topamos en una curva con una parrilla en-medio-del-monte:
- Tengo hambre
- Ya, pero vienen los zombies
- Bueno, pero suelen ser muy lentos
- ¿Y si estos son más bien infectados y corren que se las pelan?
- Eso sí sería problemático, pero es que tengo hambre
- Ya, yo también. Y además… estoy casi segura de que lo de los zombies es mentira..
Así que nos paramos a ver si nos daban de comer, y terminamos comiendo papas arrugás y pollo a la parrilla con este paisaje de fondo.
Esta anécdota absolutamente irrelevante está diseñada para dar envidia insana. Únicamente. No busquéis un doble sentido; mientras comíamos pollo con las manos no pensábamos en la transitoriedad del ser, solo en la transitoriedad del pollo que nos estábamos comiendo con ese mar de nubes en frente. Lo comento porque tengo por ahí exegetas que creen que todo lo que digo tiene sentido cuando es más bien al contrario.
Por la noche habíamos quedado con una amiga de la carrera de Marta que nos llevó a comer pescado a un sitio típico donde tenían un vino estupendo. Creo que también había pescado. ¿He dicho ya que había vino? Tras la cena fuimos a un pub donde de entrada nos hicierno mojitos con ron tostado; luego Marta desaparece y cuando vuelve resulta que hay música en directo en el pub; y va y es un grupo que hace versiones de grupos míticos españoles: Héroes, Celtas y toda la recua que ya conocéis.
Marta, ya sabéis cómo se pone con esto, entró en modo euforia y en algún lugar los bomberos tuvieron una alerta. En cierto momento la engañé y la saqué del pub a rastras para intentar descansar algo que al día siguiente tocaba el Teide, y no teníamos muy claro si habría o no zombies…