Ruta de los Cátaros- le routé
Hoy tocaba ruta por chateaux y pueblées cátaros. Según asomaban los primeros rayos de sol Más o menos cuando nos ha apetecido, nos hemos levantado y me ha tocado coger el coche camino a Payperview. Según íbamos de camino, Alex ha hecho una de sus ya típicas jugadas de, “ey, mejor cambiamos la ruta, que quiero ir a la abadía Fuenfría o Fontefrié“.
Hemos tenido que negociar esto puesto que la abadía fue un bastión anti-cátaro, y nosotros aquí veníamos a catarizar y claro… Pero al final he claudicado y nos hemos ido hasta la Fuenfría. La abadía ha resultado ser una visita muy recomendable, con la guía en francés mirándome como si fuera monguer por no entenderle nada.
- voulez trousez levié casugnican?
- Alex, no le entiendo nada
- Te pregunta si reconoces la marca del cantero en las flores de acanto
- guí, guí – Hombrefaltaríamás u.u
Entre una cosa y otra he descubierto cosas de lo más entretenidas: los cistercienses (orden que gobernó la abadía) son una escisión de los benedictinos; al igual que estos, los del císter también siguen la regla de San Benito, pero no se “ajuntaban” a los benedictinos porque consideraban que eran unos decadentes muy poco estrictos (lo mismito que los cátaros contra los que anduvieron cruzados). Total, que años después de despotricar esto y lo otro, ellos mismos se pusieron hasta un billar en la abadía. Es como el “Sálvame diario”, pero en versión “Sálvame señor todopoderoso” (es un txistako, porque son monjes y rezan, imagino que no lo pillaréis… nah, qué vais a pillar).
Salimos de la Fuenfría y nos dirijimos, ahora sí, hacia Peyperivew, pasando por un montón de pueblos como Ceccane Le Corbusier, Tralaré, Villeruj Tremendé y otros más conocidos como Roquefort, Armagnac, Cognac, Camembert, Cavernet, Sauvignon o Tempranillé.
Cuando estábamos a punto de tomar la salida hacia Payperview, ¿lo adivináis? ¡Sí! Un no-tan-inesperado giro de los acontecimientos, Alex decide que mejor vamos a un castillo que está más lejos y por carreteras más chungas: Quéribus. Es otro chateau-encaramado en la roca. Al llegar al aparcamiento no había nadie, salvo una señora atada a un poste vendiendo los tickets. Nos dice que mejor pagamos al bajar, que mucha gente se raja porque es muy difícil. 300 metros de recorrido. Super difícil. Sospecho que alguien con mucho morro dirá que no ha llegado a subir para no pagar, pero nosotros no. Bueno, yo no. Por Alex no hablo (qué vergüenza hemos pasado, ay señor, Sálvame deluxe). Resulta que subir (y sobre todo bajar) no es difícil. Si llevas pesas en los pies. En época alta de turismo, seguramente el viento se lleve a unos cuantos guiris por la loma. Es mi forma poética de decir que había mucho viento: “guiris por la loma”.
Desde Quéribus, solo podíamos volver sobre nuestros pasos o llegar haciendo la croqueta hasta Payperview, así que he puesto mirada asesina a Alex y hemos llegado al castillo. Enorme. Gigante. Al igual que Quéribus, no está acondicionado, salvo un par de cuerdas y alguna reja en las partes peligrosas. Las zonas realmente peligrosas tienen un cartel de “prohibido el paso”. No está nada restaurado así que queda una visita muy agreste en comparación con la urbanidad dotada a Carcassone.
Después era ya tardísimo (como las 17:30), así que hemos cogido el coche de vuelta, pasando por más pueblos y tomando algún que otro café. Después hemos ido a cenar a un sitio donde había una señora con gafas de sol, sombrero, abrigo y bolso colgado atendiendo. Ha sido muy random y no me creeriáis, como la mitad de las cosas que cuento.
Mañana toca la zona oeste del país cátaro. Y en algún momento volveremos a casa, pero con suerte no