Uno de los planes imprescindibles que nos habíamos propuesto era realizar el Tongariro Alpine Crossing que tal vez os suene más como Un paseo por Mordor.

El Tongariro Alpine Crossing pasa por zonas con tiempo muy cambiante y donde puede llegar a ser un fastidio. El DOC (Department of Conservation) montoriza diariamente y avisa de si es recomendable o no hacer el trekking. Precisamente por el tiempo nos tocó adelantar el plan un día y tuvimos que replanificar varias visitas. Pero al final de las gestiones el martes 12 estábamos preparados. Esta ruta, además de su belleza natural, es uno de los emplazamientos donde se grabó la trilogía de El Señor de los Anillos: se trata de Mordor y tras haber caminado por esos paisajes, entendí perfectamente por qué eligieron este sitio.

La ruta

Nos vino a buscar el autobús al camping a las 06:15 (sí, de la mañana). Éramos un montón de huéspedes los que pretendíamos hacer la ruta y se notaba la excitación. Es una ruta curiosa porque es exigente (lejos de un paseíco) pero a la vez es muy turística y te encontrabas gente de todo tipo en el comienzo del camino. En el autobús nos dieron una infografía de la ruta, donde avisaban sobre todo a qué horas deberías haber salido de los distintos puntos para llegar a tiempo de que nos recogieran los buses de vuelta.

Empezamos con un tramo fácil pero que ya iba teniendo alguna subida. Eran subidas sencillas que nos iban avisando de lo que se venía. Aquí salíamos todos con buen espíritu dispuestos a comernos la montaña. Poco a poco los Tontakos nos íbamos quedando atrás aunque ya habíamos hecho una prospección de la ruta y teníamos nuestra propia previsión de tiempos adaptados a nuestras medias. Ya vimos algunos caminantes de perfil engorilado, y nos los encontramos más adelante desfondados. En este tramo nos acompañan las laderas verdes de un volcán que nos transportan al pasado cuando se formó esta isla.

Cuando empezábamos a sentirnos cómodos con el camino y el ritmo, de pronto vino la primera subida, larga y sin mucho descanso. No diré que llegó sin avisar, pero es cierto que no me esperaba que fuera tan dura. El terreno pedregoso hacía incómodo ir pisando y de pronto me vi sin aliento. La fatiga no explicaba una respiración tan irregular (no estaba cansada aún); justo Alex se acordó de que yo llevaba unos días que parecía que estaba incubando algo. Así que tocó adaptar rápidamente: decidí bajar el paso y subir despacito, asegurando que iba cogiendo ritmo y que no me ahogaba. Resultó ser una decisión super acertada porque me permitió llegar fuerte a lo que se venía después.

Tras la primera subida, tuvimos un descanso en forma de plateau enorme. De pronto nos vimos en medio de un paisaje marciano que sobrecogía por sus grandes dimensiones. Aprovechamos para caminar con ritmo más alegre y sacarnos el encogimiento de la subida, ¡tocaba estirar las piernas!

Al final del plateau venía otra subida y de nuevo me mentalicé para adaptar el ritmo. Esta subida era más corta pero muy dura también. Al llegar arriba y cantar victoria, descubrimos que aún hay un repecho más para llegar realmente al Red Crater, que es el punto más alto de la ruta. Así que una vez más tocó tomarse la ruta con filosofía, sin intentar abarcar todo el esfuerzo de una sola vez. Sólo pensaba en el siguiente tramo, hasta esa roca, hasta ese recodo, en esa sombra descanso. Durante este tramo llené mi cabeza con la BSO de la película y me encontré tarareando el tema de Mordor. Me dejé llevar por la imaginación y no os miento si os digo que me sentí muy épica; menos mal que los Tontakos no tenemos alianzas o estaríamos hablando de Alex-Nueve-Dedos.

Ya a estas alturas me di cuenta de que estaba gestionando la exposición aérea super bien, el camino no me estaba dando vértigo e iba con buen ánimo. De vez en cuando miraba para atrás y alucinaba con Álex por haber conseguido pasar sin problemas por sitios donde en otras ocasiones las habría pasado canutas. Estaba teniendo un día muy bueno en cuanto al vértigo y me dispuse a disfrutarlo a tope. Y ya por fin, esta vez de verdad, llegamos arriba, con unas vistas de los Emerald Lakes que quitaban el hipo.

Y desde ahí venía una bajada… ¡qué bajada! Era el punto de más riesgo, aquí cabía la posibilidad de pasarlo mal o incluso muy mal. Se trata de una cuesta de piedra suelta muy técnica (comparado con el resto) y donde lo normal es caerse al suelo. Varias veces. Y rodar. Vi a varias personas resbalarse y caer antes de animarme a emprender esa bajada. Como yo venía fuertecita, repetí la jugada que me estaba funcionando tan bien: me puse en modo calma txitxa. Lo primero, hice algunas pruebas de pisada, tirando más de punta o de talón. Esta última me funcionó muy bien y de hecho pude bajar a buen ritmo y con mucha solvencia. La felicidad que tuve bajando, sin vértigo, por un sitio así de complicado, disfrutando de la dificultad… Ese momento se queda conmigo.

Al llegar abajo, a los Emerald Lakes, con el ánimo por las nubes, nos tomamos el tentempié mientras observaba cómo seguían bajando otros senderistas. Qué bien me sentó ese sandwich…

Desde los lagos, hay un paseo tranquilo hasta otra subida que ya no asustaba ni un poco. Esta subida se siente suave y corta y al llegar arriba ya sabíamos que sólo quedaba cuesta abajo y tranquilidad. O eso pensábamos. Fueron 10km de cuesta abajo machaca rodillas que no vimos venir. Al final de la ruta todos nos quejamos de que lo más duro había sido la bajada. Además de que se hacen ya pesados después de todo el esfuerzo de subir, sobre todo fastidió que es una cuesta constante, con escalones para gente mucho más alta que yo. Aún así, este tramo final tuvo también su encanto: primero bajamos por una campiña hobbítica preciosa, entonces entramos en un camino custodiado por setos para entrar en los kilómetros finales en una selva magnífica y sombreada junto a un río.

Al final del trayecto nos esperaba un autobús que estaba ahí desde hacía más de 1h así que los senderistas rápidos tuvieron que esperar igualmente. Justo al llegar nosotros, salimos de vuelta al camping donde nos aguardaba una ducha increíble y una tarde de merecido descanso y de disfrutar de las sensaciones tan buenas que tuve durante toda la ruta. Y como quiero daros buenas sensaciones también a vosotras, aquí el Tontako Team petándolo fuertísimo:

Podéis ver el resto de fotos en el álbum de Flickr.

Índice de posts de Nueva Zelanda 2024

  1. Nueva Zelanda 2024 - Comenzamos
  2. Nueva Zelanda 2024 - De Coromandel al Lago Taupo
  3. Nueva Zelanda 2024 - Tongariro Alpine Crossing
  4. Nueva Zelanda 2024 - Wellington
  5. Nueva Zelanda 2024 - Abel Tasman National Park
  6. Nueva Zelanda 2024 - Por la West Coast hasta Queenstown
  7. Nueva Zelanda 2024 - Fiordland, tierra de fiordos
  8. Nueva Zelanda 2024 - Tras los pingüinos
  9. Nueva Zelanda 2024 - Monte Cook y los lagos
  10. Nueva Zelanda 2024 - De Arthur's Pass a la Costa Este
  11. Nueva Zelanda 2024 - Picoteo por la Isla Norte
  12. Nueva Zelanda 2024 - El norte del norte
  13. Nueva Zelanda 2024 - Entrevista pajarera
  14. Nueva Zelanda 2024 - Itinerario y pecunia