El final de nuestra aventura por Nueva Zelanda nos llevó a visitar el norte de la Isla Norte, una tierra amable y que nos dio muchas alegrías.

Al preparar el viaje, habíamos dejado fuera la enorme región al norte de Auckland; aunque tenía algunos puntos que nos apetecían, parecía difícil justificar apretar otros planes además de la paliza de coche. Pero, como comenté en el anterior post, al final del viaje nos vimos con el tiempo y las ganas de adentrarnos en Northland.

Hacia el Norte

Intentamos recorrer la región en sentido horario, y comenzamos por un bosque de kauris en Waipoua Forest. Ese día, de nuevo se nos hizo super tarde y llegamos a la zona con noche cerrada. Como además, el área no estaba bien mapeada, nos perdimos un poco por la sinuosa carretera. Ya íbamos buscando en qué arcén dormir cuando de pronto encontramos la entrada al camping al que queríamos llegar. Nos dio la bienvenida una noche abierta y estrellada, además de una cocina inusualmente llena a esas horas, así que tuvimos charleta.

Por la mañana nos acercamos a las zonas de kauris, aunque varias de las más importantes están cerradas para proteger a estos mastodónticos árboles; resulta que las raíces son muy frágiles y sensibles a las pisadas y a los hongos que los senderistas podemos llevar en las suelas, y que producen enfermedades graves en los kauris. Así que aquí habían cortado por lo sano y directamente varios senderos completos estaban cerrados.

Aun así pudimos pasear por una parte abierta del bosque de kauris y ver algunos ejemplares increíbles. Los kauris son árboles endémicos de Nueva Zelanda y sagrados para los maoríes, aunque fueron los principales responsables de su explotación masiva. Con madera de kauri se hacían las wakas (canoas) tradicionales y es un material muy cotizado actualmente.

Seguimos subiendo hacia el norte hasta que ya no había más donde ir; así llegamos al Cape Reinga, el punto más septentrional de Nueva Zelanda. Allí hay un faro en un saliente que se asoma a la conjunción del Océano Pacifico con el Mar de Tasman. Dos aguas de distintos colores y que al mezclarse muestran formas caprichosas en el agua.

También es un sitio sagrado maorí, pues en la zona se encuentra el árbol que, según cuenta la leyenda, recoge las almas de los muertos en su camino hacia su más allá.

Llegamos por la tarde y pillamos el atardecer; aunque ya sabéis lo que opino yo de las puestas de sol, el horizonte estaba muy nublado y no hubo peligro de quemar tontamente mis pupilas y aproveché para sacar alguna foto así romántica.

Buscando la Nación

Y como ya no podíamos ir más hacia el norte, tocaba coger rumbo sur. En la Costa noreste hicimos algunas paradas interesantes acerca de la relación entre pakeha (blanco) y maoríes. Visitamos la Kerikeri Mission donde quedan varios edificios de una misión católica de mediados del S.XIX. Los sacerdotes tuvieron una labor importante como mediadores entre los británicos y los maoríes aunque en realidad no consiguieron convertir a muchos nativos. En la zona hay una pequeña iglesia, la antigua misión y una casa de comercio, mezclado con edificios maoríes. Es un entorno muy idílico así que nos permitió un paseíto tranki.

También fuimos a Waitangi Treaty Grounds, el sitio donde se firmó el muy importante Tratado de Waitangi. Es un tratado entre británicos y maoríes para acordar la convivencia y mutuo beneficio de compartir la tierra. Se escribió en maorí y en inglés, aunque casi todas las firmas están en la versión maorí, lo cual ha resultado ser crítico. Para sorpresa de nadie, el tratado era una estafa de los británicos en sus campañas de colonización; se escribió en inglés y un pakeha la tradujo al maorí, con ciertos matices; por ejemplo, donde la versión original hablaba de “capacidad de gobierno en la tierra”, la versión maorí hablaba de “soberanía sobre la tierra”. Que parece lo mismo pero no lo es, claro, ni mucho menos. El caso es que ni siquiera fueron capaces de respetar un tratado tan ventajoso y ha habido muchos movimientos de grupos maoríes para exigir el cumplimiento de lo que se entiende como texto fundacional de Nueva Zelanda y para que los maoríes tengan puestos de decisión sobre la tierra, etc. Cómo será la cosa que, atención, la difunta Isabel II (la madre del Rey Carlos de Inglaterra) se disculpó oficialmente en nombre del “imperio” por el trato que había dado a los maoríes.

Aquí han montado un complejo con varios edificios y visitas guiadas que dan para varias horas muy interesantes. La casa del gobernador, la waka de guerra más larga del mundo, un museo sobre la participación de maoríes en las guerras británicas, otro museo sobre el tratado y las principales personas involucradas… Encontramos varios audiovisuales que me llamaron muchísimo la atención por una producción loquísima en forma de mockumentary.

Mientras que en el museo Te Papa de Wellington se habla abiertamente de que el tratado fue muy injusto con los maoríes y que hacen falta acciones de reparación, aquí nos encontramos con un discurso más desapegado, historicista y equidistante que me dejó un poco fría viniendo de maoríes. De hecho, indagamos un poco y encontramos opiniones de maoríes comentando que el sitio blanquea las consecuencias del tratado y que deberían tener algo más de posicionamiento.

La entrada incluía una pequeña representación de cultura maorí, una versión reducida de lo que vimos en Rotorua.

Esta visita me gustó mucho y se puede pasar tranquilamente todo el día en el complejo y en los distintos museos aprendiendo sobre historia del país.

Tras los pasos de Hundertwasser

Como bien sabéis, uno de mis dos mis artistas austriacos multifacéticos favoritos es Hundertwasser, no en vano fuimos a ver las casas que hizo en Viena. Pasó parte de su vida en Nueva Zelanda, al norte de Auckland, y encontramos varios sitios con obras suyas. En Kawakawa están los célebres Baños de Hundertwasser que son unos baños públicos que siguen abiertos y mantenidos para su uso.

Siguiendo el estilo artístico, detrás de los baños hicieron un parque, con una biblioteca pública, baños y duchas y zona de campers fantástica, así que nos quedamos a pernoctar ahí. La biblioteca es realmente chula y ¡tiene un caché dentro! uno de los más bonitos que he visto, y nos dio la oportunidad de hablar con la bibliotecaria que nos contó que se lo pasaron super bien preparando el tesorillo.

Siguiendo hacia el sur, en Whangarei hay un gran museo / complejo artístico de Hundertwasser, aunque solo lo vimos por fuera por falta de tiempo ganas.

Y como no sólo de Hundertwasser vive esta tontaka, también nos asomamos a una cascada bonica en el pueblo y decidimos decir adiós a este austriaco que tanto me gusta.

Auckland y el pajareo

Los dos últimos días de viaje fueron una pequeña montaña rusa. Primero nos cancelaron el ferry para ir a Tiritiri Matangi por mal tiempo, que era un plan que nos apetecía muchísimo. Justo después nos avisan de que nuestros vuelos de vuelta han sido retrasados / cancelados / algo-ha-pasao. Así que aunque lo de los vuelos era bastante rollo y nos dio muchos quebraderos de cabeza, decidimos replanificar y sacarle partido. Primero devolvimos la furgo un día antes, y ahí Alex estuvo muy hábil haciendo que fuera indolora (temíamos que nos la liaran) y nos fuimos a pasar la tarde paseando por Auckland y repitiendo el helado de caramelo con sal y chocolate blanco que seguía increíble de rico. Hicimos el paseo largo de la ciudad y nos asomamos a varias vistas urbanas.

Y el sábado, gracias al retraso de los aviones, pudimos intentar la visita a Tiritiri Matangi, un santuario de aves donde teníamos la oportunidad de ver varias especies que no habíamos visto hasta ahora. La pequeña isla tiene varios caminos y juntamos unos cuantos para poder recorrer las zonas que más nos apetecían.

Estuvimos seis horas que se pasaron volando (#patapumpish). Además, en la isla ¡hay takahes en libertad! A diferencia de lo que hemos visto en otros santuarios, como esta isla es 100% para las aves, los takahes están en libertad, lo que significa que pudimos añadirlos en una obervación por primera vez. Con mi cámara-rota me entretuve intentando capturar algunas aves:

Fue la mejor forma de cerrar el viaje; aunque por delante nos quedaría aún un trayecto con incertidumbre e incomodidad, la isla y los pajaricos nos pusieron de super buen humor para afrontar el final.

Pajareo

Registro pajarero de las aves que vi por pirmera vez durante estas visitas: bisbita neozelandesa, hihi, kokako, sacred kingfisher, brown quail.

Y para que vosotras también vayáis afrontando el final de esta bitácora kiwi, ¡el selfie tontako!

Podéis ver el resto de fotos en varios álbumes de Flickr:

Índice de posts de Nueva Zelanda 2024

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  2. Nueva Zelanda 2024 - De Coromandel al Lago Taupo
  3. Nueva Zelanda 2024 - Tongariro Alpine Crossing
  4. Nueva Zelanda 2024 - Wellington
  5. Nueva Zelanda 2024 - Abel Tasman National Park
  6. Nueva Zelanda 2024 - Por la West Coast hasta Queenstown
  7. Nueva Zelanda 2024 - Fiordland, tierra de fiordos
  8. Nueva Zelanda 2024 - Tras los pingüinos
  9. Nueva Zelanda 2024 - Monte Cook y los lagos
  10. Nueva Zelanda 2024 - De Arthur's Pass a la Costa Este
  11. Nueva Zelanda 2024 - Picoteo por la Isla Norte
  12. Nueva Zelanda 2024 - El norte del norte
  13. Nueva Zelanda 2024 - Entrevista pajarera
  14. Nueva Zelanda 2024 - Itinerario y pecunia