Teníamos pendientes algunas visitas en la Isla Norte de Nueva Zelanda, así que hicimos un picoteo.

La Isla Norte nos recibió con una tormenta ominosa, sospecho que tenía celos de nuestra aventura en la Isla Sur. Así que le dedicamos unas plegarias a Maui y le prometimos que aún teníamos mucho que conocer en la Isla Norte. Le debimos conmover lo suficiente como para que los siguientes días tuviéramos un tiempo caluroso y soleado.

Para este viaje habíamos decidido hacer ciertos imprescindibles de la Isla Norte y pasar cuanto antes a la Isla Sur de forma que pudiéramos maximizar el buen tiempo en ésta, y dejamos para “la vuelta” algunos enclaves. Por eso las visitas que cuento en este post no tienen un hilo conductor interno.

Zealandia

En la zona periurbana de Wellington, se encuentra Zealandia, un santuario de aves, completamente vallado. El sitio no es tan grande como Maungatautari, pero la zona de visita es muy amplia, con muchísimos paneles informativos, comederos para aves y cómo no, ¡takahes!

Orbell, el tontakahe Orbell, el tontakahe

Conocimos a Orbell, una de estas rarísimas aves que vive en el complejo. Tiene ya veintitrés años y le trajeron ya para jubilarse junto a Nio, una hembra también muy mayor. Nadie les dijo que podían estar de trankis, y para sorpresa de todos, ¡procrearon! Cuando hicimos la visita justo acababa de fallecer Nio y se notaba que el equipo estaba tocadillo.

Hicimos varios de los caminos que tiene el santuario y estuvimos un buen rato viendo a los kakas comer y a unos cuantos mirlos intentar colarse sin éxito en sus comederos.

Qué rico... Qué rico...
Juro que ese alpiste será mío Juro que ese alpiste será mío

Lake Rotokare

En el trayecto desde Wellington hasta Taranaki, Alex dio un volantazo y, sin (casi) verlo venir, aparecimos en la entrada de otro santuario de aves, el Lake Rotokare. En un sitio muy curioso en el que llegas con tu coche a la zona vallada y al entrar te sientes un poco como Jurasic park.

El entorno nos cautivó al instante, y cuando llegamos al aparcamiento junto al lago, descubrimos que se podía pernoctar, así que rápidamente armamos un plan para quedarnos ahí. El lago tiene un paseo que lo rodea por completo y nos hicimos un buen tramo por la tarde, contando pukekos y fantails. Un robin de la isla norte, un desvergonzado, estuvo rondándonos un rato.

Cuando comenzó a atardecer, volvimos a la carga, mismo paseo por el lago, esta vez íbamos pensando en que tal vez la suerte estuviera de nuestro lado y nos topásemos algún kiwi, que son aves nocturnas. El camino estaba bien señalizado, pero si íbamos de la mano era porque somos unos románticos, no porque la noche nos diera miedo ni nada. A nosotros, bah… qué dices, Antonio José.

Volvimos del paseo nocturno sin pilas en los frontales ni kiwis, y nos encontramos un cielo claro como no habíamos visto hasta ahora. Nos pusimos alguna capa extra y nos quedamos al fresco con nuestros binoculares y el Stellarium. Así estuvimos un buen rato observando la Vía láctea y varios objetos que sólo están visibles en el hemisferio sur.

Y por la mañana, antes de dejar atrás este paraíso, aún tuvimos tiempo para otro paseíto pajarero por el lago.

Taranaki National Park

Uno de los sitios que más ganas tenía de visitar era el Monte Taranaki, el volcán más reciente de Nueva Zelanda, que se encuentra particularmente exento y que ofrece unas vistas imponentes. Ya mientras nos acercábamos íbamos poco a poco viendo crecer el monte hasta convertirse en una mole inaudita.

Pero antes de llegar, paramos en Stratford, cuyo nombre completo es … Stratford upon Patea, ¿os suena el nombre? El pueblo se llamó así por el lugar de nacimiento de Shakespeare y las calles se laman como personajes de Shakespeare. De hecho, por apenas unos días, nos perdimos el Festival de Shakespeare que montan anualmente en el pueblo.

Por fin llegamos al Mount Taranaki NP donde dejamos la Tontakoneta y para hacer alguna ruta. Resulta que lo más interesante de aquí es subir hasta el cráter, rutas muy exigente y aéreas para las que no estaba en absoluto preparada. Así que elegimos un par de paseos sencillos y más asequibles.

Veronica loop. Es un paseo de dos horas que, en mi opinión, no tiene ningún sentido; está bonito sí, y nos vino muy bien la sombra porque hacía calor, pero es que va todo por dentro de la selva y no se ve el monte en ningún momento. En una parte, conectamos con otro camino que sí llevaba a un mirador, se veía el mar, el Taranaki y mucha gente haciendo el ascenso. Es un monte complicado porque suele tener hielo arriba pero vimos mucha gente animándose a subir.

Por la tarde estuvimos un rato al sol y Alex se lanzó con el whistle y fue un éxito de público, y varias personas se acercaron a darle las gracias por los temazos irlandeses o a charlar un poco.

¿Tarana-dónde? Taranaki ¿Tarana-dónde? Taranaki

Cuando atardecía hicimos otro paseo, mucho más sencillo, el connett loop porque nos llevaba a un caché. Resulta que de este camino sale un track de varios días y teníamos que coger ese track para llegar al caché. Descubrimos por las bravas que este camino no estaba muy transitado y nada mantenido.

El camino... El camino...

Pudimos disfrutar del monte Taranaki desde varias perspectivas y pasar un día muy bueno en el Parque Nacional.

Carretera del Mundo Olvidado

Al día siguiente tocaba la Carretera del Mundo Olvidado, una vía en general viejita que va por paisajes chulísimos. Nosotros nos levantamos con la calma sin darnos cuenta del cambio de hora. Teníamos tiempo de sobra, hasta que entre una cosa y otra, nos dimos cuenta de que ¡íbamos tarde! y tuvimos que pasar un poco al trote por estos caminos con paisajes maravillosos.

Mitai Maori Village

Y llegamos a la zona de Rotorua, donde habíamos reservado espectáculo con cena en un poblado maorí. Yo tenía muchas ganas y muchas dudas sobre esta visita, pero al final nos animamos, haciendo un ejercicio de compromiso.

Éramos bastantes personas en la visita, aunque el sitio está preparado para muuucha más gente y se nota que es un espectáculo muy masificado. Nada más llegar nos sentaron muy ordenadamente en un comedor grande y nos explicaron en qué consistía la sesión. Nuestro presentador nos hizo hincapié en las partes en las que no podíamos sacar fotos ni tampoco faltar al respeto a la seriedad del momento.

Elegimos a un jefe de la tribu visitante (nosotros) y salimos del comedor hacia el río (un canal artificial), donde llegó una waka con guerreros maoríes. Y de ahí nos llevaron al auditorio donde sería el espectáculo.

Primero apareció el jefe de la tribu y presentó una ofrenda al jefe de nuestra tribu que tuvo que aceptarla para dar a entender que íbamos en son de paz. Después el jefe de la tribu hizo un nada pequeño discurso, que nuestro presentador tradujo como “¡bienvenidos!” y a mí me dio la risa floja XD.

Entonces comenzó el espectáculo propiamente dicho en el que nos fueron presentando cuestiones de cultura y tradición a través de canciones y juegos. Lo cierto es que ellos mismos se lo estaban pasando genial y el ambiente era muy bueno.

Por fin llegó la cena tradicional maorí hangi; se trata de un horno bajo tierra donde preparan grandes cantidades de comida: asan carnes como pollo o cordero y también verduras como patatas o boniatos. Además del asado, nos dieron ensalada de coliflor y… ¡migas maoríes! Todo super aderezado con mucha mantequilla. Estaba muy rico aunque a lo mejor abusaron un poco de la salsa holandesa jajajaja

Cuando terminábamos la cena, se abrió un turno de preguntas donde varios visitantes pidieron más detalle sobre los tatuajes o el tallado de madera. Y para finalizar la jornada, dimos un paseo por el pueblo maorí, todo cartón piedra, pero donde podíamos ver los gusanos bioluminiscentes.

Tal vez porque es una actividad que me pareció bastante cara o porque ya había hecho las paces con ir de guiri total, pero el caso es que en general me gustó bastante. Les oí hablar mucho en maorí, como para hacerme a la idea de cómo suena realmente en conversación este idioma. Es una empresa familiar maorí donde cuentan los orígenes y la actualidad en sus términos y donde en ningún momento se pusieron “místicos” con la pureza del evento. Oímos instrumentos y voces maoríes, vimos sus trajes, sus armas y una haka fantástica.

Hamilton Gardens

La última visita visita de picoteo en la Isla Norte fueron los Hamilton Gardens, unos jardines célebres por tener zonas temáticas muy bien cuidadas.

Tiene una zona de jardín normal de uso público y después unos 12 jardines cerrados que son de exposición. Están muy bien cuidados y estuvimos varias horas paseando por todas las zonas.

Jardín japonés Jardín japonés
Jardín renacentista italiano Jardín renacentista italiano
Jardín egipcio Jardín egipcio
Jardín indio Jardín indio

Pajareo

Registro pajarero de las aves que vi por pirmera vez durante estas visitas: faisán, whitehead, red crowned paraqueet

¡Pero cuidado! Que este picoteo no es el final de la Isla Norte ni del viaje porque, no supimos bien cómo, de pronto pudimos visitar una zona a la que pensábamos que habíamos renunciado… ¡Esperad al próximo post! Para lo que no vais a tener que esperar es para… ¡el selfie Tontaranako!

Tontaranako Team Tontaranako Team

Podéis ver el resto de fotos en varios álbumes de Flickr:

Índice de posts de Nueva Zelanda 2024

  1. Nueva Zelanda 2024 - Comenzamos
  2. Nueva Zelanda 2024 - De Coromandel al Lago Taupo
  3. Nueva Zelanda 2024 - Tongariro Alpine Crossing
  4. Nueva Zelanda 2024 - Wellington
  5. Nueva Zelanda 2024 - Abel Tasman National Park
  6. Nueva Zelanda 2024 - Por la West Coast hasta Queenstown
  7. Nueva Zelanda 2024 - Fiordland, tierra de fiordos
  8. Nueva Zelanda 2024 - Tras los pingüinos
  9. Nueva Zelanda 2024 - Monte Cook y los lagos
  10. Nueva Zelanda 2024 - De Arthur's Pass a la Costa Este
  11. Nueva Zelanda 2024 - Picoteo por la Isla Norte
  12. Nueva Zelanda 2024 - El norte del norte
  13. Nueva Zelanda 2024 - Entrevista pajarera
  14. Nueva Zelanda 2024 - Itinerario y pecunia