Nuestro viaje por Nueva Zelanda tuvo un importante componente de pajareo, así que decidimos preparar esta entrevista para entrar en más detalle.
Aunque los viajes dendarii tienen una voz editorial muy marcada (o sea, moi), aquí en la redacción estamos super felices de que Álex haya accedido a visitarnos para charlar sobre pajareo en Nueva Zelanda.
Biografía pajarera: Álex comenzó con esto de la observación de aves hace ya dos años, allá por el lejanísimo 2022 y desde entonces no pierde ocasión para salir con los binoculares a intentar pillar una paloma bravía o un gorrión común. Asegura que en este tiempo ha aprendido a distinguir, a simple vista, un herrerillo capuchino de un águila harpía. Ahí es nada.
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Muchas gracias, txiki, es un placer estar aquí, y puedes llamarme como prefieras.
Estupendo, pepe, pues vamos allá con las preguntas. Empezamos por una fácil, ¿cómo describirías lo de ir a pajarear a Nueva Zelanda?
Nueva Zelanda es un lugar increíble para pajarear. Es un archipiélago que ha permanecido aislado de las grandes masas continentales, rico en endemismos, y con singularidades muy llamativas. Por citar algunos ejemplos, tiene el único loro alpino (kea) y el único loro que no vuela (kakapo).
En Nueva Zelanda de hecho hay bastantes especies de aves que no vuelan (por ejemplo el calamón takahe o los kiwis) ya que en las islas no había más mamíferos que unos murciélagos y los únicos depredadores eran otras aves (halcón, morepork), así que moverse por el suelo, especialmente con nocturnidad y un camuflaje críptico, era una buena adaptación evolutiva. Dejó de serlo de manera drástica con la introducción de ratas, armiños y zarigüeyas por parte de colonizadores, ya que estos depredadores son nocturnos, terrestres y se basan en el olfato. Esto llevó a la extinción a muchas especies y puso al borde de ella a otras tantas, lo que desembocó en una iniciativa global de creación de santuarios vallados a prueba de estos depredadores y un plan global para su erradicación de las islas para 2050.
Existe un gran nivel de concienciación entre la población acerca del valor de las aves nativas. Más allá de aparecer en toda clase de souvenirs y llenar murales en todos los pueblos y ciudades, hay miles de voluntarios que dedican su tiempo a tareas de conservación y de control de plagas.
El pajareo por lo tanto es una actividad de primera categoría en Nueva Zelanda. Hay multitud de santuarios de aves, de reservas naturales, y una gran variedad de ecosistemas, desde zonas pelágicas con aves marinas como petreles, albatros y cormoranes, bosques húmedos y selva, zonas alpinas, playas donde diariamente vuelven los pingüinos a pasar la noche, humedales, volcanes…. Baste con decir que existe un libro que lista los 50 mejores lugares para pajarear en Nueva Zelanda para hacernos una idea de la riqueza pajarística que tiene.
Fuimos a Nueva Zelanda con más ganas que conocimientos en esto de la observación de aves, ¿cómo fue para ti la experiencia siendo más bien novato?
Antes de ir, contábamos con la base de conocimiento sobre observación de aves que nos proporcionó un curso de introducción que hicimos con SEO/Birdlife. Allí aprendimos que además de un par de prismáticos, el segundo mejor amigo del pajarero es una buena guía de campo. Hace poco nos habían regalado una muy buena guía en su edición de 2023, así que le di una lectura previa para hacerme una idea de los grupos de aves que podía encontrarme y cómo navegar por ella para encontrar con cierta soltura una especie cualquiera en el campo.
Unos meses antes ya nos habíamos familiarizado con el uso de la aplicación Merlin como ayuda para la identificación de aves. Una vez descargado el paquete de aves correspondiente a Nueva Zelanda, es capaz de funcionar offline (¡incluso el reconocimiento de cantos y llamadas!) así que fue una buena herramienta supletoria para alguna especie que se nos resistió un poco más.
Para llevar nota de los listados de observaciones usamos la fantástica aplicación eBird. Una vez que te familiarizas con su uso básico (hay un curso gratuito para ello) es muy fácil crear listados e ir añadiendo la cuenta de las especies vistas, dejando que la aplicación calcule las distancias recorridas y tiempo en base a los datos del teléfono móvil y luego suba el dataset de la observación. La plataforma eBird es de ciencia ciudadana, por lo que es importante intentar realizar listados completos; esto es, que intentes reconocer todas las aves y las añadas al listado. De esta manera es posible identificar ausencia de aves, no sólo presencia. En la medida de lo posible, hemos intentado realizar listados completos, dedicando ratos exclusivamente al pajareo. Para alguna especie que hemos visto puntualmente mientras realizábamos otra actividad, hemos creado listados de tipo incidental, que no se usan para ciencia ciudadana, pero que permiten registrar esta especie dentro de tu listado vitalicio de aves observadas.
En particular, nos hacía especial ilusión contribuir con nuestros listados de eBird a la iniciativa New Zealand Bird Atlas, que es un programa que lleva desde mediados de 2019 y acabará en un mes (mediados de 2024). Esta iniciativa divide Nueva Zelanda en cuadrículas de 10x10km y utiliza los datos de eBird para llevar a cabo un censo actualizado de especies que permita tomar decisiones de conservación en base a datos recientes.
Por último, leí los últimos números de la revista de la asociación Birds of New Zealand (muy recomendables) y encontré un foro muy activo en el que, entre otras cosas, los pajareros dan avisos de observaciones recientes.
Con toda esta información, empezamos a realizar observaciones sobre el terreno. ¡Qué abrumador al comienzo! Tantas especies nuevas, apenas daba tiempo a identificarlas. Con el paso de los días y con práctica, fuimos siendo capaces de identificar muchas de ellas de un vistazo, por su forma y tamaño o forma de moverse, y más adelante, fuimos capaces de identificar bastantes por sus sonidos. Una vez que eres capaz de identificar las especies más frecuentes por sonido, has ganado mucho, ya que un paseo por el bosque se convierte en una experiencia sensorial en la que vas anticipando lo que vas a ver, y si hay algo nuevo, llama tu atención y te pones a buscarlo. Los sonidos de Fantails, Robins, Tomtits, Silvereyes, Tuis y Bellbirds se convirtieron en la banda sonora habitual de nuestros paseos. Así, cuando de repente escuchábamos el agudo canto de un Rifleman, nuestros ojos recorrían las copas de las hayas en busca de una minúscula pelotita emplumada que es este pájaro, que, de otra manera, hubiera pasado inadvertido. En una de las últimas observaciones que llevamos a cabo, íbamos buscando a una especie extremadamente esquiva (North Island Kokako) en una isla en la que había tan sólo unas cuantas docenas de ejemplares. Gracias a haber memorizado su canto en base a las grabaciones de Merlín, en un momento dado nos paramos en seco, y lo localizamos en la copa de un árbol. Es una sensación muy gratificante poder realizar esto.
Háblanos de los santuarios de aves que visitaste por primera vez en Nueva Zelanda
El primer santuario que visitamos, del que había oído hablar en la revista Birds of New Zealand, fue el de Maungatautari. Se trata de una montaña vallada a prueba de depredadores. Hicimos una visita guiada a la entrada sur del recinto, que es la más accesible, y en seguida nos metimos en la frescura de su bosque húmedo. Allí nos encontramos con muchas aves autóctonas difíciles de encontrar fuera de santuarios, como los Saddlebacks y los loros kaka. Dentro del recinto hay una serie de rutas de distinta duración que puedes hacer por tu cuenta, y el acceso desde la parte norte, aunque dificultosa debido al gran desnivel que hay que salvar, es gratuito. Maungatautari representa lo que se denomina un “mainland island sanctuary”, es decir, una “isla” dentro de tierra adentro en que la los depredadores no pueden penetrar (o si entran, lo hacen de manera muy reducida y hay muchas trampas esperándolos). En los confines del santuario se lleva a cabo actividad científica, divulgativa y mucho trabajo de voluntarios para mantener todo. No hay animales en jaulas ni nos pareció ver ningún recinto cerrado dedicado a la cría o recuperación.
En la Isla Sur visitamos Punanga Maru o Te Anau. Este santuario tiene recintos donde hay ejemplares de especies que o bien no pueden volar (como el takahe) o recintos enjaulados para aves voladoras en peligro, que temporalmente están en estas instalaciones para recuperación o cría, o bien alguna que de otra manera no podrían desenvolverse bien en libertad. Este tipo de santuarios cumplen su función pero, desde el punto de vista del observador de aves, son menos atractivos por el hecho de ver aves enjauladas.
De vuelta en la Isla Norte visitamos Zealandia Te Mara a Tane. A pesar de encontrarse en las afueras de Wellington, la capital, se trata de un recinto vallado de unas dimensiones muy grandes ocupando un frondoso valle donde hay un par de presas en desuso y que ha sido recuperado para albergar multitud de especies en peligro. Está muy organizado, con shuttles gratuitos desde el centro de Wellington, tiene muchas modalidades de visita: guiadas diurnas o nocturnas (para ver kiwis) o por cuenta propia, y varias rutas e itinerarios ilustrados con muchos paneles. Tiene también uso científico y exhibe un par de takahes “jubilados” que sirven de embajadores para que el público conozca esta especie que se creía extinta hasta mediados del siglo XX. Si tu viaje a Nueva Zelanda no tiene pensado pasar por ningún santuario, quizá puedes plantearte acercarte aquí desde Wellington ya que es una visita muy práctica y de mucho rendimiento pajaril.
Rotokare Scenic Reserve fue una sorpresa muy agradable, ya que fuimos para realizar una visita express y vimos que era posible pasar la noche dentro en una zona de acampada, de manera que pudimos acostarnos esa noche dentro de un recinto a prueba de depredadores, escuchando las llamadas de los nocturnos kiwis.
Tiritiri Matangi fue la guinda en el pastel que dejamos para el último día. Se trata de una isla santuario (al ser isla no necesita una valla de depredadores) accesible desde un ferry diario que sale de Auckland, que te permite pasar unas seis horas en la isla. Da tiempo a hacer un par de rutas recorriendo una parte importante de la isla (que es pequeña) y deleitarse viendo la exuberancia de aves tan difíciles de encontrar fuera de santuarios como son los Hihi y los Whiteheads. Además pudimos ver al esquivo North Island Kokako, en uno de los últimos reductos que quedan. La isla la gestionan tanto el departamento de conservación (el DOC) como una organización de voluntarios que se encarga de realizar las visitas guiadas y el mantenimiento en general de la isla. Se puede hacer noche en una cabaña gestionada por el DOC.
Vale, ahora dame datos sobre la experiencia pajarera en Nueva Zelanda
Según eBird, estos son los datos:
- Hemos contabilizado 2828 aves en total
- 72 nuevas especies observadas para nuestro listado vitalicio
- 64 listados enviados, de los cuales 51 son listados completos
- 30 días con observaciones reportadas
- Hemos dedicado más de 37 horas a hacer listados
- Observaciones en 14 provincias de Nueva Zelanda
- Hemos recorrido más de 90kms haciendo observaciones
¿Cuál fue la observación que más apreciaste? ¿Y qué ave se te escapó?
Guardo con especial cariño:
- Un par de esquivos Rock Wrens que vimos junto al Lake Marian después de una ruta alucinante. Es un pájaro alpino con un habitat muy reducido a este tipo de localizaciones alpinas en la Isla Sur.
- Los encuentros tan a corta distancia con los North Island Robin, que salían al paso en los caminos y se acercaban hasta tus zapatillas.
- El primer Bellbird que conseguimos ver, en Abel Tasman, que nos costó mucho localizar. A partir de ahí salían hasta debajo de las piedras, pero nos dio mucha satisfacción poder encontrarlo por primera vez.
Entre los que se nos escaparon, mención especial a:
- Pinguinos de ojos amarillos. Los buscamos en un par de playas hasta bien anochecido y no los encontramos.
- New Zealand Falcon. La única rapaz que vimos fue el Australasian Harrier, muy común cerca de carreteras, y mira que nos dejamos los ojos buscando en el cielo y en los postes.
Pajareo, paisaje y senderismo, ¿amigos o enemigos?
Buena pregunta. Pues diré que sólo son compatibles en uno de estos casos:
a) El pajareo es circunstancial y secundario (es decir, pararse momentáneamente al oír o ver algo) pero siempre supeditado al ritmo y exigencias de la ruta.
b) Has tenido en cuenta para el presupuesto de tiempo el doble o triple de lo que tenías pensado de base. Porque pajarear implica pararse, no sólo para escuchar y ver, sino para que los pájaros se confíen y se muestren.
Yo diría que son dos actividades amigas en tanto que pueden convivir en determinadas circunstancias (rutas sencillas, sin presión de tiempo) al compartir entorno de realización. Pero si se pretende realizar una de las dos actividades de forma extrema, la otra se ve resentida o directamente no es factible.
En España también has hecho tus pinitos de observación de aves, ¿qué diferencias encuentras entre el pajareo en España y Nueva Zelanda?
En Nueva Zelanda me he encontrado que no hay una estacionalidad tan marcada como en España a la hora de especies que sólo se encuentren en una eṕoca del año, ya que aunque hay algunas que se van de las islas (como los cucos de cola larga), muchas son residentes todo el año. Eso aumenta la cantidad de especies posibles para avistar, lo cual es positivo pero a su vez puede complicar la identificación.
Nueva Zelanda es considerada un paraíso de aves pelágicas dada la inmensa variedad de especies de este tipo de aves. Son muy difíciles de diferenciar a ojos de un novato, ya que te las sueles encontrar muy lejos y son bastante parecidas entre sí. Al final del viaje llegué a identificar cormoranes con bastante soltura, pero me resultaba casi imposible diferenciar los Petrels, Shearwaters, Terns y otras aves pelágicas. Me he encontrado una variedad que no había visto hasta ahora en España, hay que decir que vivo lejos del mar, eso también influye.
El pajareo en Nueva Zelanda es una actividad muy extendida, y practicada tanto por locales como por turistas. Hay mucha literatura al respecto, muchas indicaciones y paneles informativos, folletos, y paseos guiados. Es un país consciente de que este es uno de sus grandes atractivos, y lo explota. En España desafortunadamente creo que no estamos en ese punto, aunque he leído que ha habido un progreso patente en las últimas décadas y es una actividad cada vez más extendida.
Guau, ¡¡muchísimas gracias por esta fantástica entrevista!!
Y para cerrar, desde la redacción dendarii, os dejamos con el himno pajarero tontako, una canción que no va de pájaros, pero que también va de pájaros.
Letra en euskara | Traducción de la letra |
---|---|
Hegoak ebaki banizkio | Si le hubiera cortado las alas |
nerea izango zen, | sería mío, |
ez zuen aldegingo. | no se habría ido. |
Bainan, honela | Pero entonces, |
ez zen gehiago txoria izango | ya no sería un pájaro |
eta nik… | y yo… |
txoria nuen maite. | yo amaba al pájaro. |
Índice de posts de Nueva Zelanda 2024
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- Nueva Zelanda 2024 - De Coromandel al Lago Taupo
- Nueva Zelanda 2024 - Tongariro Alpine Crossing
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- Nueva Zelanda 2024 - Abel Tasman National Park
- Nueva Zelanda 2024 - Por la West Coast hasta Queenstown
- Nueva Zelanda 2024 - Fiordland, tierra de fiordos
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- Nueva Zelanda 2024 - Monte Cook y los lagos
- Nueva Zelanda 2024 - De Arthur's Pass a la Costa Este
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- Nueva Zelanda 2024 - El norte del norte
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