En esta etapa del viaje a Nueva Zelanda, viajamos desde la Península de Coromandel hasta el Lago Taupo.
La primera semana de viaje con la caravana nos tocó adaptarnos al ritmo de las vacaciones camperas, sacar raticos para mejorar nuestra casita sobre ruedas y, sobre todo, dar margen a mi jet-lag. Tardé ocho días en ajustar el ciclo de sueño, así que muchos días a las 20h estaba muerta de sueño y a las 4am ya no podía dormir más. Esa semana escribí poco y leí mucho… Durante esa semana, recorrimos la franja central de la Isla Norte, que tiene unas cuantas visitas fantásticas.
Coromandel
Nuestra primera visita nos llevó a la Península de Coromandel. Es una zona históricamente poblada por maoríes y donde la explotación del kauri (árbol sagrado) para comercio con los europeos llevó hasta su extinción. También fue donde se descubrió oro por primera vez en Nueva Zelanda, lo que hizo que la ciudad de Thames viviera muchísima expansión con los buscadores de fortuna. Ni confirmo ni desmiento que eché unas horillas con el cedazo en el río a ver si aparecía una pepita.
Nada más llegar, Álex había contratado una visita guiada en la Escuela de minería. Resultó que estábamos solos en ese rato así que tuvimos la guía para nosotros. La escuela de minería está en unas antiguas tierras maoríes que cedieron a la iglesia a condición de que mantuvieran su carácter sagrado. Se trata de los edificios donde estudiantes jóvenes aprendían química y metalurgia para buscarse la vida en la floreciente Thames. Durante la visita nos expicaron el desarrollo minero en torno al oro. En el pico de explotación, la ciudad llegó a tener dieciochomil habitantes. Viendo las instalaciones, yo sospecho que al menos la mitad debió padecer silicosis. Pudimos ver muchas estancias distintas, una pequeña gran colección de rocas y aprender sobre este período de finales del S.XIX.
Uno de los principales atractivos de la Península de Coromandel es la Cathedral Cove a la que sólo se puede llegar haciendo una ruta o en water taxi desde Hahei. El sitio, además de ser precioso, es famoso porque aquí se filmó una escena muy significativa de las películas de Narnia. El caso es que el año pasado un temporal arrasó con la cueva/arco y con el camino y estaba todo cerrado. Así que hicimos una ruta alternativa (y muy pajarera) que se asoma a estas recónditas playas por un valle precioso.
También recorrimos la carretera 309, una carretera/pista panorámica por dentro de la selva. No podíamos ir muy rápido, aunque íbamos solos, pero lo mismo daba pues el paisaje nos alucinó. Paramos en un bosque de Kauris, donde quedan ya poquitos, pero están bien señalizados y protegidos y además destacan porque son muy grandes. Además nos asomamos a las Waiu Falls antes de llegar a Coromandel.
Y salimos de la península recorriendo de norte a sur la carretera de la costa interior de este trozo de tierra. La carretera va junto a la orilla y tiene muchos miradores desde donde apreciar el paisaje.
Dejamos atrás la Península de Coromandel con ganas de haber explorado más, sensación que nos acompañará en otras zonas igualmente. Aquí ya se nos hizo super tarde y empezamos una costumbre tontaka que no sabíamos qué tal iba a funcionar: se trata de llegar a los campings gratuitos de noche. Spoiler: sale regu.
Visita a Hobbiton
No nos costó mucho decidir meter esta visita en el viaje. Aunque ya sospechábamos que estaría masificado, como fan de la obra de Tolkien y que además disfruté de las pelis como una enana en casa de Bilbo, no nos lo íbamos a perder.
La visita básica fue muy sencilla; dejamos el coche en el centro de visitantes, donde está la tienda y una cafetería y desde allí el guía nos llevó en un autobús propio hasta el set de rodaje. Es 100% visita guiada y no nos dejaron pasear a nuestro aire.
El set que visitamos es el que se montó para El Hobbit. Originalmente, la granja Alexander fue donde montaron la Comarca para ESDLA, pero tras la trilogía, tiraron abajo el decorado. Cuando Peter Jackson volvió a estos terrenos para la grabación de El Hobbit, el dueño vio la oportunidad de explotar esos decorados turísticamente. La visita me encantó mucho más de lo que yo imaginaba. Las dos horas de visita se pasan volando; los smiales son realmente alucinantes y está todo muy bien mantenido.
Tienen réplicas de los smiales a varias escalas, pues para simular los distintos tamaños usaron la perspectiva. Así, Gandalf grababa en una réplica al 60% del tamaño y los hobbits en una réplica al 80% del tamaño. También tienen un árbol artificial que prepararon durante la grabación de El Hobbit y que es un árbol “más joven” qu el que aparecía en la trilogía de ESDLA, (da el pego total, si no sabes lo que buscas, no lo vas a ver a simple vita).
Una curiosidad pajarera del set de rodaje, es que, para asegurar que no aparecieran kakas, o tuis o kiwis sin querer en la película, se trajeron un águila americana que “guardaba” la zona de los endemismos neozelandeses que tan raro quedarían en las películas. A día de nuestra visita, las aves nativas habían reconquistado el set <3.
Casi toda la visita es al aire libre y solo se ven las puertas y los exteriores de los agujeros hobbits. Los interiores se rodaban en estudio; sin embargo, desde diciembre de 2023, la experiencia incluye la visita al interior de un agujero hobbit: es una casa completa, con muchas habitaciones, muchísima decoración y detalle y bueno, casi me dio un pasmo.
Finalmente, la visita terminó en la Taberna del Dragón Verde de Delagua, junto al lago y al molino, donde nos tomamos una sidra y una stout. Fue un final fantástico y aunque se me hizo corto (caro) y masificado, disfruté muchísimo. Para fans de la obra de Tolkien y de Peter Jackson es una parada obligada y muy evocadora.
La tienda merecía otras dos horas de visita para bichear todo el merchan que tienen. Menos mal que dedicamos poco tiempo a las compritas.
Waitomo Caves
A una hora en coche de Hobbiton, están las Waitomo Caves, famosas por sus gusanos bioluminiscentes. Llegamos al centro de visitantes que sorprende porque está “muy comido” por la naturaleza que campa a sus anchas. Allí nos juntamos en un grupo y George, nuestro guía, se encargó de explicarnos los entresijos de la explotación de la cueva y de la salud de los pequeños gusanos.
Resultó ser un guía super cuñado, con algunas gracietas bien cogidas pero unas salidas de tono que nos dejaron un poco alucinados.
La visita consta de dos partes; primero recorrimos a pie la cueva, y como a los Tontakos nos gustan mucho las cuevas, pues pudimos disfrutar del paseo imaginando a los primeros descubridores que llegaron sin luz eléctrica ni, por supuesto, escaleras.
La segunda parte es en una barcaza. Llegamos a la zona de la cueva donde están los glowworms (gusanos que brillan); como son animales muy sensibles, el guía mueve la barcaza enganchándose de unas cuerdas, en total oscuridad y silencio. Con las pupilas ya acostumbradas a la oscuridad, pudimos ver los puntitos brillar en el techo de la cueva; parecían constelaciones en el cielo. Me quedé impresionada, pero también me dio mucha pena porque se notaba que cada vez había menos de estos gusanos.
Maungatautari
Como el pajareo no se hace solo, hay que hacerlo, decidimos acercarnos a un santuario de aves en Maungatautari. Se trata de que toda la montaña (TO-DA) está vallada para impedir que entren depredadores (pequeños mamíferos) y los que pudiera haber dentro fueron sistemáticamente sacados. Es una obra titánica mantener la montaña entera vallada para que ciertas aves puedan prosperar y recuperarse sin depredadores traídos de fuera. Una guía nos acompañó durante la primera hora y media y nos fue contando el proyecto de conservación y cómo observar dentro del santuario la acción del hombre. Después, ya nos quedamos el rato que quisiéramos a nuestro aire.
El sitio es mangífico y la labor que lleva a cabo es muy importante. Hay que tener en cuenta que las aves de Nueva Zelanda no evolucionaron para protegerse de los depredadores, puesto que no había, así que son una presa increíblemente fácil para los pests (alimañas) que llegaron con los barcos en el S.XVIII. Es un ecosistema muy frágil y protegerlo es complicado. En general vimos pocas aves; esto nos llamó la atención puesto que es un santuario, pero claro, los visitantes solo paseamos por una pequeñísima parte de la montaña y los pajaricos pueden estar en cualquier lado… Aun así, vimos dos kererus y, sobre todo, un kaka muy animado que nos hizo una fantástica exhibición.
Rotorua
Esa primera semana de viaje nos llevó a Rotorua, la ciudad que huele a pedos. Es una zona de aguas termales sulfurosas que dan un olorcete a toda la ciudad aunque en seguida nos acostumbramos. Aquí hicimos el top5: visitamos el enorme Kiurau Park, muy chulo y con muchas piscinas de agua termal; alguna incluso está desviada y preparada como “piscina donde meter los pieses”; paseamos junto al lago Rotorúa; fuimos al barrio maorí donde hay una iglesia y un marae y dormimos en los Goverment Gardens, en una zona habilitada para campers.
Y por si te diste cuenta de que solo mencioné 4 actividades, aquí va la quinta: nos dimos un super homenaje para celebrar mi cumple y el de Álex.
Wai-o-Tapu
Dentro del área termal que va desde el lago Rotorua hasta el lago Taupo, hay una zona especialmente rica en termo-movidas. Se trata de Wai-o-Tapu, que en maorí siginfica “quién se ha comido los huevos podridos”. Visitamos la zona principal de las piscinas; tiene varias rutas unidas que recorren todo el complejo asomándose a paisajes que nos parecían alienígenas. Habiendo estado ya en Yellowstone, no nos sorprendió tanto, aunque no pensábamos perder la oportunidad de ver los colores que dan las extremófilas al agua o al barro caliente.
Huka Falls
Y antes de dejar atrás esta primera semana, hicimos una parada en las Huka Falls, junto al lago Taupo. Están bien, para una parada de cinco minutos, pero no me pareció que destacasen en ningún aspecto; supuse que hay pocas cascadas en Nueva Zelanda o al menos en la Isla Norte. A su favor está que fue una visita realmente breve.
Esa noche, después de más de una semana por fin pude conciliar el sueño alla kiwi. Lástima que al día siguiente tocara madrugar un montón para realizar el Tongariro Alpine Crossing; pero esa es otra historia y os la contaré en otro post…
Pajareo
Registro pajarero de las aves que vi por pirmera vez durante estas visitas: white faced heron, spotted dove, australian magpie, SIPO (o variable oystercatcher no nos quedó claro), pied stilt, southern black backed gull, eastern rosella, spur winged plover, zorzal, mirlo, fan tail, yellowhammer, silvereye, australasian harrier, kingsfisher, cisnes, calamón pukeko, eurasian coot, estornino pinto, New Zealand scaup, cisne negro, ganso, pinzón y tomtit. En ese momento no tenía muy claro (sigo sin tenerlo) si usar el nombre común en inglés o español o el nombre científico o el nombre maorí.
Y por si tanto nombre os ha dejado confundidos, os recuerdo el único nombre científico que debéis tener siempre presente: Tontako-Team.
Podéis ver el resto de fotos en el álbum de Flickr.
Índice de posts de Nueva Zelanda 2024
- Nueva Zelanda 2024 - Comenzamos
- Nueva Zelanda 2024 - De Coromandel al Lago Taupo
- Nueva Zelanda 2024 - Tongariro Alpine Crossing
- Nueva Zelanda 2024 - Wellington
- Nueva Zelanda 2024 - Abel Tasman National Park
- Nueva Zelanda 2024 - Por la West Coast hasta Queenstown
- Nueva Zelanda 2024 - Fiordland, tierra de fiordos
- Nueva Zelanda 2024 - Tras los pingüinos
- Nueva Zelanda 2024 - Monte Cook y los lagos
- Nueva Zelanda 2024 - De Arthur's Pass a la Costa Este
- Nueva Zelanda 2024 - Picoteo por la Isla Norte
- Nueva Zelanda 2024 - El norte del norte
- Nueva Zelanda 2024 - Entrevista pajarera
- Nueva Zelanda 2024 - Itinerario y pecunia